martes, 15 de noviembre de 2011

UN TESORO EN VASO DE BARRO

UN TESORO EN VASO DE BARRO (Alfredo musí)

(Rosario 13/12/2009)
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Génesis 1:26-27)
7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. (Génesis 2:7)
Cuando Dios decide formar al hombre, a su imagen y conforme a su semejanza, es muy interesante ver cual fue el material que utilizo; dice la escritura que lo formó del “polvo de la tierra”. El podría haber utilizado un material más fuerte, podría haber utilizado una roca, o madera de un árbol robusto, o una piedra preciosa, al fin y al cabo estaba formando al hombre, a aquel que se iba a multiplicar en la tierra y era él quien iba a llevar adelante y cumplir con el propósito que Dios tenía proyectado.
Pero no, Dios utilizó el polvo de la tierra, somos vasos de barro, así se refiere el Apóstol en varias oportunidades.
En el principio Dios sopló aliento (espíritu) de vida y así paso a ser el hombre un ser viviente.
Totalmente facultado para desarrollarse y cumplir con lo establecido por Dios, tenía plena capacidad para: comunicarse, entender, obedecer lo que Dios le instruía, y para multiplicarse.
La desobediencia fue la ruina del hombre, el no considerar lo ordenado por su creador y hacer su propia voluntad. Fue el principio del fin, de la felicidad del hombre en la tierra, sus días de ahí en adelante fueron muy distintos a los del comienzo. Dejó de andar con Dios para andar en sus propios caminos, en sus propias decisiones, en sus propios consejos y en sus propios intereses.
Jesús, Dios hecho hombre vino a salvarnos a sacarnos de ese estado de ruina y perdición, con su muerte en la cruz y su resurrección, abrió el camino nuevamente al Padre.
17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;
18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
19 por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,
20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
21 Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado
22 en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;
23 si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro. (Colosenses 1:17-23)
Ahora reconciliados con Dios, habiendo muerto juntamente con Cristo y habiendo resucitado juntamente con él, Dios el Padre sopla de su Espíritu Santo y nos llena con su presencia.

En pequeños vasos de barro habita Dios
Condiciones del vaso:
El material sigue siendo barro, son débiles por si mismos.
El valor es muy pequeño, su cotización es muy baja, el material es de muy poco valor.
En cuanto a su belleza, no son muy atractivos. (El barro no es atractivo)
Estaban sucios, en ellos habitaba las tinieblas, fueron limpios por la sangre de Jesús
¿Quién llena el vaso?
La presencia de Dios, es lo que habita dentro de aquellos que han sido llenos del Espíritu Santo.
Son las llamas de fuego que aparecieron el día de Pentecostés
Son los ríos de agua viva que prometió Jesús
Es el aceite que desborda la copa, es el aceite que hizo la diferencia en las cinco vírgenes prudentes.
Es el poder inmenso de Dios, haciendo fuerte lo débil.
Es la capacidad de perdonar que genera esa presencia celestial.
Es el denuedo en la experiencia de comunicar el evangelio
Por lo tanto lo único que hermosea y da máximo valor, es aquello que está dentro del vaso
7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros… (2da Corintios 4:7)
El vaso lleno mira hacia arriba
1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. (Colosenses 3:1-4)
18 …no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. (2da Corintios 4:18)
El apóstol Pablo nos insta a poner la mira, a poner atención, en las cosas de arriba, no en las cosas de la tierra. Tenemos que tener claridad sobre cuales son las cosas de arriba y cuales son las de la tierra.
El conflicto es fácil de resolver, la clave está en la meta que voy a fijar para mi vida. La meta a alcanzar va a hacer que todos los recursos, todas las fuerzas, todas las expectativas estén puestas ahí; en la meta. ¿Cuál es nuestra meta? Jesús, ser hallado en él.
El problema se presenta cuando nuestra meta es difusa, no clara, no determinada, entonces se nos mezclan las cosas, se mezclan las cosas de “arriba” con las cosas de “abajo”


¿Que es lo que está arriba?
Son las cosas que no se ven con la vista natural, se ven por la fe.
Dios sentado en su trono y Jesús el Señor a su derecha. Si decimos Dios en su trono, hablamos de gobierno.
Podríamos decir que lo eterno está arriba, lo que no va a perecer.
El encuentro y la vida eterna con nuestro Padre están arriba.
La comunión eterna con los santos está arriba.
¿Cuáles son las cosas de la tierra?
Son las cosas que se ven
Son los afanes de ésta vida, son los espinos de la parábola del sembrador que evita que demos frutos.
Es cuando transformamos un medio en un fin. (Por ejemplo el estudio, no es un fin, es un medio)
Realización personal, constantemente escuchamos que hay que alcanzar las metas personales, desarrollarse, ser alguien en ésta tierra. Jesús dijo otra cosa: él nos habla de renunciar, negarnos, tomar la cruz.
Cuando cambiamos las prioridades, y se altera la escala de valores.
El vaso lleno no tiene opción
No pregunta si tiene o no que involucrarse en la obra del Señor. El quiere estar involucrado en todo lo que es el obrar de Dios.
Tiene abundancia para dar a Dios y a las personas.
Nada de lo que Dios le demanda que haga le resulta pesado.
Desborda por la “boca” y bendice a todos
Conclusión
Somos pequeños e insignificantes vasos de barro, en los cuales habita toda la presencia de Dios mediante el Espíritu Santo que fue derramado sobre nosotros. Esto nos capacita para mirar su rostro, buscar las cosas que no se ven, poner la mira en las cosas de arriba. Dar desde nuestra abundancia primeramente a Dios y luego al prójimo.

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