sábado, 14 de enero de 2012

PUERTA CAMINO Y META

PUERTA
CAMINO
META
Iniciando la vida
Cristiana
Enseñanzas para los que quieren ser discípulos de Jesucristo
Prefacio
Esta serie de estudios bíblicos, denominada PUERTA, CAMINO META, es el resultado del
trabajo conjunto de un grupo de pastores de la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Nació con el propósito de proveer material de enseñanza para la formación de los discípulos,
y se desarrolló por la necesidad y el crecimiento de la obra de Dios. Está pensado
específicamente para el uso de los responsables de pequeños grupos caseros, a fin de
proveerles un resumen para el estudio y la enseñanza del “consejo de Dios” (Hechos 20:27),
aunque no se limita exclusivamente a ese contexto. El material se presenta en varios
cuadernos con diferentes temas. Éste es el primero de la serie. La intención de este trabajo va
más allá de dar una ilustración bíblica a los que estudian; pretende promover en ellos
decisiones fundamentales, a fin de que sus vidas sean formadas de acuerdo con la voluntad de
Dios. Las lecciones han sido encaradas de esta manera por entender que la vida cristiana
también es eminentemente práctica. En el Nuevo Testamento se la compara con un
CAMINO; hay que transitarlo, vivirlo, antes de poder analizarlo.
Partiendo de la figura de la vida cristiana como un CAMINO, se señala el inicio de la misma
bajo la figura de una PUERTA, y luego Invita al Interesado a apuntar a la META: el
propósito eterno de Dios
Aquí el lector y estudiante encontrará lecciones bien asentadas por las sagradas escrituras
sobre temas como el reino de Dios, el señorío de Jesucristo, el arrepentimiento, el bautismo,
la plenitud del Espíritu Santo, y el propósito eterno de Dios, todas en un lenguaje fácil de
entender y con un desarrollo lógico e instructivo.
En su conjunto las lecciones ofrecen la orientación necesaria para alcanzar el objetivo
supremo de nuestra vida: vivir para la gloria de Dios. Desde luego, éste no se logra sin una
disposición humilde y diligente y un empeño definido de obedecer a los mandatos divinos. El
que reúne estas condiciones encontrará la sabiduría que expresa su voz en el proverbio
antiguo: “el que me halle, hallará la vida y alcanzará el favor de Jehová” (Proverbios 8:35).
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UNA NOTA IMPORTANTE: Es conveniente tener presente que la Introducción A y B son para
los que van a enseñar las lecciones, y no para los discípulos nuevos. Las lecciones para los
discípulos se inician a partir de la sección titulada: LA PUERTA.
Introducción A:
El fundamento establecido por Dios:
Jesucristo es la revelación de Dios. Esta revelación llegó a los apóstoles por las palabras de
Jesús y por el Espíritu Santo, a fin de que ellos a su vez la comunicaran a todos los hombres
de todos los tiempos. Lo que ellos predicaron y enseñaron constituye el fundamento
inamovible de la iglesia hasta el fin del mundo.
En un mundo como el nuestro donde hay tantas corrientes ideológicas, filosóficas, sofismas,
creencias y religiones, ¿en qué nos fundamentamos para creer lo que creemos? ¿Cómo
podemos saber que lo que nos enseñaron es la verdad? ¿Es posible conocer con certeza la
verdad con respecto a Dios, el hombre, la vida, la muerte, la eternidad, el propósito supremo
de todas las cosas? ¿Es posible conocer con claridad la voluntad de Dios para los hombres?
Desde la antigüedad el hombre perdió la comunión con Dios, por causa de su pecado,
sumiéndose en la oscuridad de su ignorancia. En esas condiciones, le resultaba imposible
conocer por sí mismo la verdad acerca de Dios y de su voluntad.
La única posibilidad de salir de la oscuridad de la razón que confundía sus ideas era que Dios
en persona se comunicara con la humanidad. Y precisamente, esto es lo que hizo
DIOS SE DIO A CONOCER A LOS HOMBRES EN JESUCRISTO
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por
los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.
Hebreos 1:1, 2
A través de los siglos Dios habló muchas veces a los hombres por los profetas. Sus palabras
están registradas a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la plena revelación de Dios a los
hombres vino a través de su Hijo: Dios.., nos ha hablado por el Hijo.
Este hecho histórico, trascendente y glorioso constituye la piedra fundamental de nuestra fe.
Un día, hace casi dos mil años, Dios se hizo hombre en la persona de su Hijo y así se dio a
conocer entre los seres humanos.
Jesucristo, el Hijo de Dios, es la revelación de Dios, la palabra de Dios el Verbo para todos
los hombres.
A Dios nadie le vio Jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a
conocer. Juan
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Ahora no podemos decir que Dios es un ser supremo lejano y desconocido, porque él se
dio a conocer en Jesucristo.
LA PALABRA ES EL ELEMENTO CLAVE DE SU COMUNICACIÓN
Jesús enseñó la verdad y la voluntad de Dios mediante su ejemplo y sus palabras. Si Él
hubiera vivido entre los hombres sin hablar, sin comunicarse mediante la palabra, no
sabríamos nada acerca de Él ni del Padre; tampoco hubiéramos conocido la voluntad del
Padre para nosotros. La revelación, el conocimiento de Dios y de su voluntad, nos fue
comunicada a través de las palabras de Cristo (véase Juan 7:16, 17y 12:44—50, Juan 1:18).
JESÚS COMUNICÓ ESA REVELACIÓN ESPECIALMENTE A SUS
APÓSTOLES
Las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido
verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Juan 17:8
Jesucristo no escribió ni un solo libro; no existe ningún fragmento escrito por él. Él comunicó
la revelación del Padre, mediante sus palabras a doce hombres que previamente había
escogido para que fuesen sus discípulos, y luego sus apóstoles. Aquellos doce convivieron
con Jesús. Vieron su vida, vieron su gloria y recibieron su palabra. Fueron los depositarios de
la revelación.
Todo lo que sabemos acerca de Jesús y de sus enseñanzas nos ha llegado a través de los
escritos apostólicos. No tenemos ninguna otra fuente fidedigna de información. Jesús confió
en la obra posterior del Espíritu Santo en sus discípulos para recordarles, enseñarles y
guiarles a toda verdad, de modo que ellos pudieran conocer con profundidad, exactitud y
claridad todo el consejo de Dios. Cuando vino el Espíritu Santo sobre ellos, comprendieron
esa revelación (véase Juan 14:26 y 16:12—15).
JESÚS ENCARGÓ A LOS APÓSTOLES COMUNICAR TODAS SUS
PALABRAS A TODOS LOS HOMBRES DEL MUNDO
Después de su resurrección, Jesús ordenó a los apóstoles que, una vez recibido el Espíritu
Santo, hicieran discípulos a todas las naciones, bautizándoles [...] y enseñándoles que
guarden todas las cosas que Él les había mandado, asegurándoles estar con ellos todos los
días, hasta el fin del mundo (véase Mateo 28:18—20).
Debemos enseñar a todos los hombres de todas las naciones, y hasta el fin de los tiempos, las
mismas cosas que Jesús enseñó a sus discípulos. Lo que Jesús enseñó, y los apóstoles nos
trasmitieron es palabra universal y eterna de Dios. Universal porque es para todos los
hombres del mundo. Eterna porque es palabra de Dios, y como tal, es permanente e
inmutable. Jesús dijo:
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán
Lucas21:33
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Todas estas enseñanzas están registradas en los escritos apostólicos (evangelios y epístolas)
que conforman el Nuevo Testamento.
EL ESPÍRITU SANTO COMPLETÓ LA REVELACIÓN A LOS
APÓSTOLES
Después del derramamiento del Espíritu, hubo un período durante el cual Dios fue
completando la revelación por el Espíritu Santo a los apóstoles y profetas, especialmente en
lo referente al misterio de Cristo y de la iglesia (véase Efesios 3:5,9). Dichas verdades están
registradas en las epístolas apostólicas.
EL FUNDAMENTO APOSTÓLICO ES ÚNICO Y UNIVERSAL
Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del
ángulo Jesucristo mismo.
Efesios 2:20
Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
1º Corintios 3:11
El fundamento sobre el cual la Iglesia se edifica es la revelación de Jesucristo. Los apóstoles,
primeros receptores de esa revelación, la establecieron con vigor y unción. Ellos señalaron el
fundamento de Dios para la Iglesia. Como la iglesia es la misma en todo lugar y en toda edad,
lo que ellos enseñaron y proclamaron tiene vigencia permanente.
El fundamento apostólico no sólo abarca ciertos temas, sino comprende todo lo que Jesucristo
es y enseñó. En resumen, abarca todo el consejo de Dios.
EL FUNDAMENTO APOSTÓLICO NO ADMITE MODIFICACIONES
Tan convencido está el apóstol Pablo de la inmutabilidad de la palabra de Dios, que en
Gálatas 1:8 afirma:
Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os
hemos anunciado, sea anatema.
Los apóstoles estaban muy seguros del fundamento, que lo que había sido enseñado jamás
debe ser modificado. Desde Pentecostés hasta la segunda venida de Cristo la enseñanza de
Jesús y de los apóstoles no debe ser cambiada, modificada, ni corregida, aunque sí
profundizada o ampliada en su significado (véase Judas 3, 17).
REITERACIONES Y CORRECCIONES
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Las últimas epístolas eran reiteraciones y repeticiones sobre las verdades ya enseñadas, o
correcciones de desviaciones, como muestran, por ejemplo, Apocalipsis 2:4, 5, 14, 20; 3:2, 3;
2º Pedro 1:12—15; lº Juan 2:7—9; Judas 17.
DESVÍOS HISTÓRICOS
Lamentablemente, debemos admitir que en el transcurso de los siglos se ha ido produciendo
dentro de las enseñanzas y prácticas cristianas muchas alteraciones y cambios, modificando
los hombres lo que nunca debería haber sido modificado. El cristianismo se fue alejando de la
pristina enseñanza apostólica, incorporando costumbres, prácticas y enseñanzas ajenas a la
palabra de Cristo, ignorando y descuidando a la vez otros aspectos de la doctrina del Señor.
La historia de la iglesia atestigua claramente lo que estamos afirmando.
10. RESTAURACIÓN DEL FUNDAMENTO APOSTÓLICO
Frente a estos desvíos, a lo largo de la historia siempre hubo hombres y movimientos que
intentaron restaurar o afirmar la antigua palabra de Cristo. Pero es en los últimos siglos que
esos movimientos de retorno a las verdades apostólicas han sido más extensos, vigorosos y
profundos.
En la actualidad Dios está acelerando la restauración total de la iglesia:
a) dando no parte de la verdad, sino restaurando el cuadro total de la verdad;
b) obrando no un avivamiento aislado y local, sino en todo el mundo:
c) no apuntando meramente a definir conceptos teóricos, sino a levantar un pueblo que
viva y encarne su palabra.
¡Entreguémonos de corazón al Señor para que Él realice su propósito en nosotros!
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Proclama (kerigma)
y Doctrina (didaké)
La palabra de Dios nos llega en dos modos diferentes: como proclama de la verdad, y
como doctrina o enseñanza. La proclama revela a Cristo y apela a la fe.
La doctrina, que consiste en mandamientos, revela la voluntad de Dios y apela a la
obediencia. Ambas, indispensables para nuestra edificación, constituyen un cuerpo
concreto de verdades y mandamientos que debemos conocer, creer, vivir y enseñar.
Las sagradas escrituras son los registros fidedignos y divinamente inspirados de la historia de
la salvación. Pero es conveniente entender que en la palabra universal y eterna de Dios
existen dos enfoques que haremos bien en distinguir, a fin de que esa palabra nos conduzca
efectivamente al propósito eterno de Dios. Un estudio serio de la Biblia nos muestra estos dos
enfoques, o Ingredientes complementarios, que son:
PROCLAMA (kerigma) y DOCTRINA o enseñanza (didaké).
En este estudio examinaremos el significado y la función de estos dos componentes de la
palabra de Dios. Las palabras usadas en el idioma original (griego) del Nuevo Testamento
Para Proclama Y doctrina tienen un sentido más amplio que las que han sido usadas para
traducirlas al idioma castellano.
Por lo tanto, debemos entender su significado original, antes de proseguir con nuestro
estudio.
LA PROCLAMA: BUENAS NOTICIAS
La palabra griega para proclama es kerigma. Es traducida, generalmente, por
predicación,pero significa más que la declaración, o sea, la acción de predicar la verdad. Es
la misma verdad, el contenido del mensaje, como también el anuncio (véase Romanos 16:25;
1º Corintios 1:21; 2:4; Tito 1:3). Por eso, usamos la palabra proclama, ya que tiene los dos
sentidos. Su significado incluye los siguientes elementos:
1) El kerigma apostólico es la proclama de la verdad del HECHO DE CRISTO. Esta
expresión “el hecho de Cristo” se refiere a la totalidad de lo que implicó el acontecimiento de
la venida de Cristo, su persona, su obra y sus palabras, su muerte, su resurrección, su
exaltación, la venida del Espíritu Santo y la creación del pueblo de Dios, la Iglesia. Este
hecho de Cristo incluye tanto el hecho histórico, como también el hecho y contenido
espiritual, revelado a los apóstoles (véase Hechos 2:22—36; 1º Corintios 15:1—4; Filipenses
2:5—11).
2) El kerigma es la proclamación con autoridad y unción del gran hecho de Cristo presente y
activo entre los hombres, para conducir a los que creen a su salvación y transformación. El
kerigma es una irrupción del Espíritu, un fenómeno de operación sobrenatural. En ella hay
espíritu (pneuma) y poder (dúnamis). El proclamador no debe ser un repetidor mecánico del
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mensaje, sino un hombre que arda por el Espíritu y hable por el testimonio del Espíritu en su
Interior (la Corintios 2:4; Juan 15:26; Hebreos 1:1—3).
3) El kerigma apela a la fe, pues proclama la verdad viva y poderosa. Esa verdad es Cristo.
Cuando alguien oye la verdad con fe, en realidad está recibiendo a Cristo por el “oír con fe”
(Gálatas 3:2, 5; Romanos 10:17). El kerigma provoca e insufla fe, gracia, experiencia de vida
espiritual. Proclama que todo lo necesario para nuestra salvación fue realizado por la muerte
y resurrección de Jesús. El que oye con fe, participa de lo hecho y lo experimenta en su
propia vida. Esta es la dinámica del kerigma. “Agradó a Dios salvar a los que creen por la
locura del kerigma” 1º Corintios 1:18, 21). Es “locura” porque no entra por la razón.
4) El kerigma es equivalente al evangelio (buenas noticias). Por lo tanto, debe ser proclamado
como noticia. No se discute. No es polémica. No se negocia. No se modifica. El contenido es
siempre el mismo, pero el estilo de su presentación o el ángulo desde donde es enfocado
puede variar, para que en cada situación o contexto sea noticia (Lucas 4:16—21; Hechos
2:14—36; 3:12—26; 5:42; 16:13—15).
DOCTRINA: ENSEÑANZA
La palabra griega traducida doctrina en el Nuevo Testamento es didaké. Significa enseñanza,
instrucción. Su contenido consiste en mandamientos que revelan la voluntad de Dios (véase
Mateo 7:28; Marcos 12:38; Juan 7:16; Hechos 2:42; 5:28; 1º Corintios 14:26). El propósito
de Dios es conformar la vida de cada discípulo cristiano a la Imagen de Cristo, y formar una
familia, un pueblo, de todos los discípulos. El elemento básico para esta edificación y
formación es la enseñanza de la palabra de Dios.
Consideremos algunos detalles acerca de su significado y funcionamiento:
1) Su tono es generalmente imperativo, pues Cristo es nuestro Señor y Maestro. Sus
enseñanzas no son sugerencias o consejos: son mandamientos. Estamos bajo autoridad. La
didaké o doctrina apela a la obediencia. Establece en forma práctica y concreta el reino de
Dios sobre nuestras vidas. El que oye la palabra de Dios y no la hace edifica sobre la arena
(Mateo 7:21—29).
2) Es un cuerpo definido y completo de enseñanzas. No es interminable (véase Hechos 20:27;
Mateo 28:20). Es simple y clara. Por ejemplo: “Hijos, obedeced a vuestros padres”;
“Bendecid a los que os maldicen”; “El que repudia a su mujer y se casa con otra comete
adulterio”.
3) Ordena la relación profunda del hombre con Dios y con su prójimo de una manera total:
“Amarás al Señor tu Dios con todo...”; “Vuestra gentileza sea conocida de todos los
hombres”. Abarca todas las áreas de nuestra vida: trabajo, familia, sexo, carácter, dinero,
adoración, servicio, etc.
4) Es Cristo céntrica, pues Cristo es la fuente de donde proviene toda doctrina y también el
ejemplo de toda su orientación. El objetivo de toda la enseñanza, mediante sus instrucciones y
mandamientos, es hacernos semejantes a Jesús.
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5) Es inmutable. Su contenido no puede ser modificado, disminuido o aumentado: “Cielo y
tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35).
6) Es universal. Sus mandamientos revelan la voluntad de Dios para todos los hombres de
todas las generaciones (Mateo 28:19,20).
7) Es necesario conocerla, obedecerla y encarnarla (Romanos6:17). Es necesario recordarla y
ser renovado en ella mediante la repetición (2~ Pedro 1:12 15).
8) Es la base para toda amonestación, reprensión y disciplina en la iglesia: “Redarguye,
reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2º Timoteo 4:2).-
RELACIÓN ENTRE LA PROCLAMA Y LA DOCTRINA
En la práctica, estos dos elementos van siempre juntos: la proclama (kerigma) y la doctrina
(didaké). Asimismo, podemos hablar de la verdad que creemos, los mandamientos que
obedecemos. En su conjunto constituyen la esencia de la palabra de Dios. Es como la aguja y
el hilo que deben estar juntos para coser. El kerigma (aguja) penetra y la didaké (hilo)
consolida.
¿Por qué los mandamientos suelen rebotar frecuentemente? ¿Por qué pesan tan poco la
voluntad y los mandamientos de Dios en la vida de muchos creyentes? No todos dicen con el
apóstol Juan: “Sus mandamientos no son gravosos” (1º Juan 5:3).
El elemento clave es la FE. Veamos cómo funciona. La doctrina brota del kerigma. Canaliza
la fe en obediencia. El justo vive por la fe, no por obras ni por obediencia. Sin embargo, la fe
produce obediencia.
La verdad antecede al mandamiento. La verdad apela a la fe. La fe es el motor que provoca la
vida cristiana. Cuando se proclama la VERDAD de Dios, el Espíritu Santo suministra
GRACIA a los que creen. Esta gracia es la que hace posible los ajustes y la disciplina en la
vida para conformarnos a la voluntad de Dios.
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Cuando oigo la verdad con fe, se me hace claro un cuadro confuso, o comienzo a ver de otra
manera, y dispongo mi corazón y voluntad para hacer los ajustes indicados. Luego me llega
el mandamiento correlativo que me especifica la voluntad de Dios para mí. Con la
predisposición de mi voluntad, doy lugar a la verdad mediante el mandamiento específico. El
Espíritu Santo pone en mí la mente de Cristo, y en la medida en que le dejo obrar me va
conformando a su imagen.
La verdad eterna siempre deriva en mandamientos específicos y claros. Es necesario
proclamar la verdad de modo que penetre. Pero, para que edifique tiene que haber ajustes y
disciplina, porque nuestras vidas no se hallan en perfectas condiciones en su estado natural.
¿QUÉ ES UN DISCÍPULO CRISTIANO?
Un discípulo es uno que CREE todo lo que Cristo dice, y HACE todo lo que Cristo manda.
Hay que creer la verdad y obedecer la doctrina.
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LA PUERTA
Lección 1:
El reino de Dios
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
Mateo 6:10
EL GOBIERNO DE DIOS
¿Qué es un reino?
Un reino es una forma de gobierno donde la autoridad reside en un rey. Ese gobierno se
extiende sobre todos los territorios y personas que están bajo el dominio del rey. En los
tiempos bíblicos, la mayoría de los pueblos eran gobernados por reyes. Por eso las naciones
se llamaban reinos.
¿Qué es el reino de Dios?
Es el gobierno de Dios. Dios es la fuente de toda autoridad. Él es el rey absoluto del universo
por derecho inherente, por ser su creador, dueño y sustentador. Él es la autoridad suprema
sobre todo cuanto existe, sobre lo visible e Invisible, sobre la creación, los ángeles, la
humanidad, la historia, las naciones y los sucesos futuros. Como Él es la autoridad, un día Él
juzgará a todos con justicia. Dios es Rey del universo y Rey eterno (Salmos 93:1, 2; 97:1, 2;
99:1; 145:13; 146:10).
Hay dos aspectos del gobierno de Dios:
 El gobierno natural de Dios sobre la creación. Dios ejerce su gobierno sobre el
universo de un modo natural. Las galaxias, constelaciones, estrellas, soles, planetas, la
tierra, las distintas especies de la fauna y de la flora, la vida biológica en todas sus
variedades, la célula, la molécula, el átomo, etc.: todo, absolutamente todo está regido
por Dios. Él creó todas las cosas por su palabra. Él mandó y fueron hechas (Hebreos
11:3). Él “sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Hebreos 1:3). La
naturaleza obedece al gobierno de Dios de un modo espontáneo y natural
(obviamente, no se trata de una sumisión consciente y voluntaria como en el caso del
hombre.
 El gobierno moral de Dios sobre los hombres. El hombre es un ser moral, creado
por Dios a su imagen y semejanza, con atributos de personalidad: espíritu, voluntad,
intelecto y emociones. Dios ejerce su gobierno moral sobre el hombre esperando de él
una sujeción consciente y voluntaria. Dios, autoridad suprema, expresa su voluntad al
hombre por medio de su palabra. El hombre, un ser creado con responsabilidad moral
y capacidad de decisión, es responsable de obedecer consciente, voluntaria e
inteligentemente la palabra de Dios, reconociendo y acatando, de este modo, el reino
de Dios sobre su vida.
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LA SITUACIÓN DEL HOMBRE ANTE EL REINO DE DIOS
La creación del hombre
Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza.
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y
señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en
todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de
Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Génesis 1:26, 27
Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue
el hombre un ser viviente.
Génesis 2:7
Ya mencionamos que el hombre, hecho a la semejanza de Dios, tenía espíritu y atributos de
personalidad. Asimismo, esa imagen divina se veía en sus atributos morales. En su estado de
inocencia perfecta, Adán y Eva reflejaban la santidad, la justicia y el amor divinos.
Dios ejerce su gobierno sobre el hombre
(Génesis 1:28—31)
En pleno ejercicio de su autoridad, Dios gobernaba sobre el hombre y la mujer mediante su
palabra: “Fructificad y Multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgada, y señoread.” El hombre
debía labrar la tierra y cuidarla (Génesis 2:15). Podía comer del fruto de los árboles, de los
animales y de las plantas. Podía tener vida sexual con su esposa, pues eran una sola carne
(2:24, 25).
Aquél que era la autoridad suprema estableció límites a la conducta del hombre. Dijo: “Del
árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres,
ciertamente morirás” (2:16, 17).
Todo era hermoso y bueno mientras el hombre y la mujer vivían sumisos a la autoridad del
rey eterno, es decir, mientras vivían bajo el gobierno moral de Dios.
La entrada del pecado en la vida humana
(Génesis cap. 3)
Engañados por Satanás, la mujer primero, y luego su marido, se rebelaron contra la voluntad
de Dios, comiendo del fruto prohibido. Así pecaron.
¿Qué es el pecado? Justamente esto: rebelión contra Dios. Es insubordinarse ante su
autoridad. Es hacer ml propia voluntad. Hacer lo que se me da la gana. Lo que yo quiero, lo
que a mí me parece bien; desconociendo de este modo la autoridad y el reino de Dios. Esto es
exactamente lo que Satanás quiso y aún quiere lograr en todos los hombres.
La condición actual de los hombres
Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte
pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
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Romanos 5:12
Del mismo modo que Adán, todos hemos pecado contra Dios, tanto por la herencia
pecaminosa que hemos recibido, como por nuestras actitudes personales ante Dios. Cada uno
vive como quiere, haciendo su propia voluntad. Las consecuencias de esta rebelión están a la
vista: egoísmo, orgullo, temores, ansiedades, depresiones, enfermedades, iras, inseguridad,
odios, crímenes, rencores, problemas familiares, mentiras, divorcios, enemistades, etc. Todos
son síntomas de muerte: muerte espiritual y, finalmente, la muerte física, y luego la
condenación eterna.
¡Cuántos males sobrevienen a la humanidad por no vivir bajo el reino de Dios! ¡Cuán triste es
la condición actual de los hombres! Para colmo de males, el hombre no tiene en sí ningún
recurso para remediar o revertir esta situación que, esencialmente, es un problema espiritual.
EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS
Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha
cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio.
Marcos 1:14, 15
Jesús iba por todas partes predicando y enseñando sobre el reino de Dios. Ese era su tema
principal, y casi se podría decir, su tema único. Habiendo ya considerado lo que es el reino de
Dios, cabe ahora la pregunta: ¿Qué es el evangelio del reino?
Evangelio significa buenas noticias. Jesús anunció a los hombres las buenas noticias del reino
de Dios. Fueron buenas noticias porque el momento tan esperado y anunciado por los
profetas había llegado Y aún son buenas noticias porque Dios, en su amor, ha mandado a su
Hijo, no para condenar al mundo, sino para salvar al mundo.
Nosotros los hombres, excluidos de la presencia de Dios por nuestra rebelión, ahora
recibimos la buena noticia de que el reino de Dios se ha acercado a nosotros, y que mediante
el arrepentimiento —un cambio de actitud— y la fe en Cristo, se nos da la posibilidad
maravillosa de nacer de nuevo en virtud de la muerte y resurrección de Cristo, para entrar así
en el reino de Dios.
De nuestra parte esto significa un compromiso total de vivir bajo el gobierno de Dios,
sujetándonos a la autoridad de Jesucristo. De parte de Dios, significa el perdón total de
nuestros pecados, una vida nueva, el ser hechos hijos de Dios, y el vivir en su reino aquí y
ahora, como también por la eternidad.
LOS DOS REINOS
Todos los hombres vivimos según ciertas normas y hábitos, aunque no sean más que los
caprichos que cambian a cada momento. Se dividen los seres humanos entre los que viven
como quieren ellos y los que viven como Dios quiere. Son dos conceptos de gobierno de la
vida que son diametralmente opuestos entre sí.
En las Sagradas Escrituras estos dos gobiernos están identificados como EL REINO DE
DIOS y LA POTESTAD DE LAS TINIEBLAS. Ambos términos aparecen en la Epístola de
Pablo a los Colosenses donde el apóstol, hablando de Dios, afirma:
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el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.
Colosenses 1:13
Asimismo, la Biblia aclara que Satanás es el que domina el reino de las tinieblas, mientras
Jesucristo ejerce el gobierno sobre el reino de la luz.
LA POTESTAD DE LAS TINIEBLAS
El que pretende vivir según su propio criterio se engaña. Entre tanto que uno hace lo que
quiere, piensa que le va bien, cuando en realidad está destruyéndose y cayendo en la trampa
del diablo. Por eso debemos darnos cuenta de que la raíz del mal del hombre está en su
rebelión, su egoísmo, su pretendida independencia de Dios. Al no tomar en cuenta a Dios, ni
reconocerlo como dueño y rey sobre su vida, está siguiendo el mismo camino de Satanás y
terminará en consecuencia bajo su dominio.
Satanás es llamado en la Biblia “el príncipe de este mundo” (véase Juan 12:31; Efesios 2:2).
Con sus demonios ejerce una fuerza espiritual maligna cuyo propósito es trastornar, arruinar
y, al fin, destruir al hombre. Por eso hay tanta confusión y maldad en derredor nuestro, y a
menudo en los mismos seres humanos. La actividad de Satanás en el mundo está planteada en
muchos textos bíblicos, como los siguientes: Efesios 2:1-3; 6:11-13; Juan 10:10; 2Corintios
6:3, 4.
Es Importante entender que nuestros recursos humanos no son suficientes para hacerle frente
o para evitar caer en sus garras. Tenemos que depender de Cristo. “Para esto apareció el Hijo
de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1Juan 3:8). Lucas también da testimonio de
“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo
haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo” (Hechos 10:38).
EL REINO DE JESUCRISTO
Cuando las Escrituras se refieren al reino de Dios, no están hablando del cielo o del lugar
donde habita Dios, sino del gobierno de Dios. Dios hizo el mundo, y como Creador tiene el
derecho de gobernarlo. Su gobierno se ejerce en la luz, con justicia, santidad y amor.
El gobierno siempre refleja el carácter del gobernante. En este caso, Jesucristo es quien
gobierna con la autoridad que surge de su muerte y resurrección, por las cuales reveló el amor
y la justicia de Dios, y ganó el derecho de reinar sobre el mundo entero.
Además, como Dios hizo al hombre a su Imagen, éste nunca podrá vivir bien o realizarse
aparte de la voluntad de Dios. Sin Él, uno no puede ser la persona que Dios quiere que sea.
Todos hemos nacido en el reino de las tinieblas por ser descendientes de Adán, pero Dios
quiere trasladarnos a su reino. Para ello envió a su Hijo quien nos llama a seguirlo, a ser sus
discípulos. La verdadera conversión es ser librados de la potestad de las tinieblas y ser
trasladados al reino de la luz.
Habiendo considerado lo que es el reino de Dios, analizaremos en el próximo estudio lo
referente a la entrada al mismo reino.
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Para pensar y conversar:
1. ¿De qué manera ejerce Dios su gobierno en el mundo? ¿Qué significa el gobierno moral de
Dios?
2. ¿Qué actitud debemos tener frente al gobierno de Dios? ¿Por qué estamos en falta ante su
gobierno? ¿Qué evidencia hay de nuestra condición ante Dios?
3. ¿Por qué es el evangelio una buena noticia de Dios para el ser humano? ¿Qué quiere hacer
Dios en nosotros por medio del evangelio?
4. ¿Cómo se puede definir en forma escueta el significado del reino de las tinieblas? ¿Por qué
es tan grave que uno viva según su propio criterio, haciendo lo que se le da la gana?
5. ¿Cuáles son las características principales del reino de Dios? ¿El reino de Dios está lejos o
cerca? ¿Se trata de una realidad futura o actual?15
LA PUERTA
Lección 2:
¡Jesucristo es el Señor!
Jesucristo es el Hijo de Dios: siendo Dios, Él se hizo hombre. Dios se dio a conocer a los
hombres en Jesucristo, quien con su ejemplo y sus palabras nos enseñó la voluntad de Dios.
Enviado por el amor del Padre, vino al mundo para salvarnos y adoptarnos como hijos de
Dios. Murió por nuestros pecados; el Padre lo levantó de los muertos y, sentándolo a su
derecha en el trono del universo, lo hizo SEÑOR. Dios quiere que todos creamos en
Jesucristo y seamos salvos, reconociéndolo como Señor.
JESUCRISTO ES EL HIJO DE DIOS
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el
principio con Dios. Juan 1:1, 2
(La expresión “el Verbo” significa “la palabra” y se refiere al Hijo de Dios; véase Juan 1:14)
Todos nosotros comenzamos a existir el día en que fuimos concebidos por nuestros padres.
En cambio, Jesucristo existía desde el principio. El Hijo siempre existió junto al Padre. Él es
el Hijo de Dios y, a la vez, Dios; así como nosotros somos hijos de hombres y, a la vez,
hombres. El apóstol Juan proclama con total claridad: “el Verbo era Dios.” Jesucristo es
Dios.
Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
Juan 1:3
Dios creó todas las cosas por medio de su Hijo. Todo cuanto existe fue hecho por medio de
Jesucristo (Colosenses 1:16, 17). Todo esto revela la infinita grandeza, sabiduría y poder del
Hijo de Dios, declarándolo creador del universo.
2. JESUCRISTO, SIENDO DIOS, SE HIZO HOMBRE
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.
Juan 1:14
…el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.
Filipenses 2:6-7
Aquél que existía desde el principio, y que estaba con Dios y que era Dios, fue hecho carne,
es decir, se hizo hombre. Jesucristo, siendo Dios, no se aferró a su condición divina, sino que
se humilló a sí mismo haciéndose hombre. ¡Cuán grande es el misterio de la encarnación!
16
16
¡Dios se hizo hombre en Jesús; el Creador tomó forma de criatura! Jesús nació de la virgen
María, habiendo ella concebido por el Espíritu Santo, sin intervención de varón (Mateo
1:18—25). Se cumple así la profecía de Isaías 7:14 (dada setecientos años antes de Cristo):
“He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre “Emanuel” (que
traducido es: Dios con nosotros).
A la edad de treinta años Jesús comenzó su ministerio público entre los hombres, sanándoles,
liberándoles, perdonándoles sus pecados y enseñándoles acerca del reino de Dios.
3. DIOS SE DIO A CONOCER A LOS HOMBRES EN JESUCRISTO
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a
conocer.
Juan 1:18
El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.
Juan 14:9
Jesucristo es la revelación de Dios. Él nos dio a conocer a Dios. Ahora no podemos decir que
Dios es un ser lejano y desconocido, pues Él se dio a conocer en Jesucristo. Dios se
comunicó, se expresó, habló, se presentó a los hombres en su Hijo.
Jesucristo nos dio a conocer el carácter de Dios. Mediante Él, sabemos que Dios es amor; que
es misericordioso, justo, santo, paciente, compasivo, sabio, perfecto. “Porque todo lo que
Dios es, se encuentra plenamente en la persona de Cristo”
(Colosenses 2:9, V.P.).
Jesucristo, con su ejemplo y sus palabras, nos enseñó la voluntad del Padre. Su vida y su
conducta son la enseñanza viviente que Dios nos dio para que todos seamos como él. Como
hombre fue tentado en todo, igual que nosotros, pero jamás pecó (véase 1a Pedro 2:21—23).
Siempre hizo lo que agradaba al Padre, y le fue obediente aun hasta la muerte. Jesucristo es el
modelo que Dios nos presenta para que todos vivamos como Él vivió: en santidad, amor,
humildad y servicio.
Los que le siguieron fueron llamados sus discípulos. A ellos les enseñó más detenidamente su
doctrina.
Lo que les enseñó es PALABRA UNIVERSAL Y ETERNA de Dios. Es universal porque es
para todos los hombres del mundo, y es eterna porque lo que él enseñó es permanente,
inmutable a través de todos los siglos. El dijo, “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras
no pasarán” (Lucas 21:33).
Los hombres no tenemos porqué vivir desorientados o confundidos, pues Jesucristo nos
enseñó la voluntad del Padre con total claridad. Sus enseñanzas están registradas para
nosotros en los escritos apostólicos que están en la Biblia.
4. JESUCRISTO VINO PARA SALVARNOS Y HACERNOS HIJOS DE
DIOS
17
17
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al
mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.
Juan 3:16, 17
Jesucristo vino al mundo enviado por el amor del Padre, para establecer el gobierno de Dios
entre los hombres y salvarnos del pecado, de sus consecuencias y de la condenación eterna.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios. Juan 1:12
Jesucristo vino para restaurarnos a la condición de hijos de Dios, mediante el nuevo
nacimiento.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y
para que la tengan en abundancia.
Juan 10:10
El ladrón que nos ha destruido es Satanás. Jesucristo vino para librarnos de Satanás, de sus
obras destructoras y de sus mentiras, y darnos vida: vida nueva, vida en abundancia, vida
eterna.
Jesucristo vino al mundo para reconciliarnos con Dios y con nuestros semejantes. Vino para
hacernos hombres nuevos y hacernos el pueblo de Dios.
5. JESUCRISTO MURIÓ POR NUESTROS PECADOS
He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Juan 1:29
Mas Él (Jesús) herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo
de nuestra paz fue sobre él, y por su llagas fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos
descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en Él el
pecado de todos nosotros.
Isaías 53:5, 6
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros.
Romanos 5:8
Jesús cargó en su cuerpo todos nuestros pecados y rebeliones, y sufrió nuestro castigo en la
cruz. El murió en nuestro lugar, y al hacerlo pagó nuestra deuda ante la justicia de Dios.
Anteriormente, cuando un israelita pecaba, debía llevar un cordero al sacerdote para que
fuese sacrificado en lugar del pecador. Jesucristo es el Cordero de Dios que fue sacrificado
por el pecado de todos los hombres; Él derramó su sangre y murió para darnos el perdón de
nuestros pecados y reconciliarnos con Dios.
18
18
6. ¡JESUCRISTO RESUCITÓ Y ES EL SEÑOR!
…que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y
que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.
1 Corintios 15:3
A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Hechos 2:32
…a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho SEÑOR y CRISTO.
Hechos 2:36, énfasis añadido
…y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un
nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de
los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Filipenses 2:8—11
Jesucristo, siendo Dios se hizo hombre y murió por nuestros pecados, al tercer día resucitó de
entre los muertos, habiendo vencido al pecado, a la enfermedad, a la muerte y al mismo
Satanás. Después de haberse presentado vivo a sus discípulos con muchas pruebas
indubitables durante cuarenta días (Hechos 1:3), ascendió a los cielos.
Por su humillación y obediencia hasta la muerte, el Padre levantó a Jesucristo de la muerte y
lo elevó hasta lo sumo, sentándolo a su derecha en el trono del universo, y lo proclamó
SEÑOR, dándole así el más alto honor y el máximo título jerárquico que ser alguno puede
recibir: para que todos doblen sus rodillas ante Él, y todos reconozcan que Jesucristo es el
Señor, para honra de Dios Padre. Luego, Jesucristo vendrá otra vez a este mundo para juzgar
a todos los hombres (véase Hechos 1:9—11; Romanos 2:16).
7. ¿CUÁL DEBE SER NUESTRA RESPUESTA ANTE JESUCRISTO?
Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó
de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se
confiesa para salvación.
Romanos 10:9, 10
Debemos creer en Jesucristo con todo el corazón. Creer que Él es Dios, y que se hizo hombre.
Creer que murió por nuestros pecados y que resucitó de entre los muertos. Creer que Él vive
y que está sentado a la derecha del Padre.
Tenemos que doblar nuestras rodillas ante Él y reconocerlo como Señor. Doblar las rodillas
ante Él significa dejar de lado nuestro orgullo, nuestra rebeldía, nuestra independencia, y
tomar una postura humilde ante Él, sometiéndonos totalmente a su voluntad. Confesar con la
boca que Jesús es el Señor significa aceptar definitivamente la autoridad y el gobierno de
Jesucristo sobre nuestras vidas. Es aceptar a Cristo como nuestro Jefe, nuestro Amo, y la
Máxima Autoridad sobre nosotros. Nuestra confesión de fe. Ahora dobla tus rodillas ante
Jesucristo y creyendo en tu corazón, proclama con tu boca tu fe, en estos términos:
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19
 CREO que Jesucristo es el Hijo de Dios, que siendo Dios se hizo hombre.
 CREO en su palabra, y en todas sus enseñanzas.
 CREO que Él murió por mis pecados y sufrió el castigo que yo merecía.
 CREO que resucitó de los muertos con poder, ascendió al cielo. y fue exaltado a la
derecha del Padre.
 CREO con todo mi corazón, y proclamo con mi boca que JESUCRISTO ES EL
SEÑOR.
 Doblo mis rodillas ante Él, me sujeto a su gobierno y lo proclamo como Señor de mi
vida, comprometiéndome a ser su discípulo para siempre.
Para pensar y conversar:
1. ¿Dónde estuvo Jesucristo antes de nacer de la virgen María en Belén? ¿Por qué se
hizo hombre?
2. ¿Por qué murió Jesucristo por nosotros?
3. ¿Qué significa para nosotros la resurrección de Jesucristo de entre los muertos?
4. ¿Qué quiere decir “confesar con la boca que Jesús es el Señor,” según Romanos 10.9?
5. ¿Qué significa “creer en el corazón que Dios levantó a Jesús de los muertos’?
20
20
LA PUERTA
Lección 3:
El arrepentimiento
El arrepentimiento es un cambio de actitud. La actitud natural de todo hombre hacia
Dios es la rebeldía. Arrepentirse significa deponer esa actitud y someterse al gobierno
de Dios para vivir, de allí en más, de acuerdo con su voluntad.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los
cielos se ha acercado.
Mateo 4:17
Si no os arrepentís, todos pereceréis.
Lucas 13:3
Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los
hombres en todo lugar, que se arrepientan.
Hechos 17:30
Cuando Jesús comenzó su ministerio público, su primer mensaje a los hombres fue:
“Arrepentíos’. También fue el primer mandato dado por Pedro al concluir su predicación en
el día de Pentecostés (Hechos 2:38). En Atenas, Pablo, predicando a los griegos, les dijo que
Dios manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan.
¿Qué es el arrepentimiento? ¿Cuál es su verdadero significado? ¿De qué debemos
arrepentimos? ¿Cómo debemos arrepentimos? Éstas y otras preguntas trataremos de
esclarecer en esta lección para que todos experimentemos un verdadero arrepentimiento ante
Dios.
¿QUÉ ES EL ARREPENTIMIENTO?
No debemos confundir arrepentimiento con remordimiento. Remordimiento es sentirse mal
por haber hecho algo malo. El arrepentimiento es mucho más que eso.
Arrepentimiento no es meramente sentir pesar por haber ofendido a Dios. La contrición sin
conversión nos lleva a seguir cometiendo los mismos pecados vez tras vez. Tampoco es sólo
cuestión de arrepentimos de algunos pecados groseros que pesan sobre nuestra conciencia.
Metanoia (palabra griega que aparece en la versión original del Nuevo Testamento),
traducida por arrepentimiento, significa cambio de actitud y de mentalidad. La actitud que
debemos abandonar es la rebeldía.
LA REBELDÍA
21
21
La actitud natural de todo hombre hacia Dios es la rebeldía. Decimos natural, pues la hemos
heredado de nuestros primeros padres, Adán y Eva.
¿Qué es la rebeldía? Es el desconocimiento de una autoridad establecida legítimamente.
Dios es la autoridad suprema. Adán y Eva se rebelaron en Edén e hicieron su propia voluntad
(Génesis 2:15—17; 3:1—6). Rebeldía es vivir como uno quiere, hacer lo que se le da la gana.
Todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad
de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los
demás.
Efesios 2:3
La carne es nuestra naturaleza humana pecaminosa. Todos por naturaleza somos rebeldes
queremos que nadie nos mande y nos diga lo que debemos hacer. Esa actitud de rebeldía e
independencia es nuestro mayor pecado y el que genera todos los otros pecados que
cometemos.
¿Por qué la gente engaña, trata mal a su prójimo, roba, insulta, no perdona, adultera, etc.?
Porque hace su propia voluntad y no la voluntad de Dios: eso es rebeldía. La rebeldía es la
raíz y la causa de los actos pecaminosos que cometemos.
Comparando nuestra vida con un árbol, si sólo nos arrepintiéramos de algunos actos malos
sería como cortar algunas ramas del árbol, mientras que el tronco (la rebeldía) seguiría en pie;
por lo tanto, las ramas brotarían nuevamente. Cambiar de actitud es cortar el árbol, deponer la
rebeldía y la soberbia delante de Dios y someternos enteramente a su voluntad.
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LA NUEVA ACTITUD HACIA DIOS: LA SUMISIÓN
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas.
Mateo 11:29
Estas son palabras dichas por Jesús. Llevar su yugo significa sujetarnos a Él para vivir
obedientes y sumisos a Él en todo. El cambio consiste en que, mientras antes vivíamos como
queríamos, ahora nos comprometemos a vivir como Cristo quiere. Adoptamos una nueva
actitud, recibimos un nuevo corazón manso y humilde, y lo único que queremos hacer es la
voluntad de Dios. Ante el gobierno de Dios sólo existen dos posturas posibles: rebelión o
sujeción. Vivo como yo quiero, o vivo como Él quiere. Haberse arrepentido significa haber
pasado de la primera a la segunda posición.
4. OTROS ASPECTOS DEL ARREPENTIMIENTO
Renunciar a Satanás y al reino de las tinieblas y entregarse a Jesucristo y a su
gobierno.
[Dios]... el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su
amado hijo.
Colosenses 1:13
En este mundo, según el orden espiritual, hay sólo dos reinos. Desde la caída de Adán, todos
nacemos en el reino de las tinieblas, cuyo príncipe es Satanás. Él con sus demonios engaña,
domina y opera en todos los hombres para arruinarlos y destruirlos. Al arrepentimos,
renunciamos a Satanás, renunciamos a seguir pecando, a vivir como queremos y rechazando
las mentiras y engaños del maligno, nos entregamos a Jesucristo para que Él gobierne
nuestras vidas.
Negarse a uno mismo y poner a Cristo en el centro de la vida.
Llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la
perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
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23
Por la naturaleza egoísta de nuestro corazón, todos hemos desarrollado un estilo de vida
egocéntrica. Es decir, yo soy el centro de mi pequeño mundo. Todo lo que hago es para mí:
vivir, estudiar, trabajar, ganar dinero, tener familia, descansar, etc. Todos mis esfuerzos están
orientados hacia mí mismo.
El hombre “religioso”* que no se ha negado a sí mismo está en condiciones similares, con la
única diferencia que tiene también a Dios “a su servicio.” El “religioso” concibe a Dios como
el que lo guarda, lo ayuda, lo bendice, lo sana, etc., mientras sigue siendo él mismo el centro
de su vida. No vive para Dios, sino para sí mismo.
*Con este término nos referimos a aquel que practica exteriormente una religión sin una experiencia de
conversión y comunión con Dios.
Negarme a mí mismo significa renunciar a ser yo el centro de mi vida; es decir NO al
egoísmo de mi corazón, y NO al vivir para mí mismo. Ya no seré el centro de mi vida, sino
Cristo. Ya no viviré para mí mismo, sino para Él y por Él. Yo estaré a su servicio. Cristo dijo:
“El que pierde su vida por causa de mí y del evangelio la salvará.” Si trabajo, será para Él.
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24
Si tengo una familia, si estudio, si descanso, si gano dinero, etc., todo lo haré para Cristo
Jesús.
Poner a Cristo en primer lugar.
El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más
que a mi, no es digno de mi.
Mateo 10:37
Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y
hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.
Lucas 14:26
Comúnmente, yo y los míos ocupamos el primer lugar. Jesucristo exige un cambio total. El es
Dios y como tal debe ocupar el primer lugar en nuestra vida y afecto. Antes que nada
debemos amor, lealtad y servicio a Él. Él ha de ser la persona más importante de nuestra vida
y a quien amemos más que a nuestros seres queridos y más que a nosotros mismos.
Renunciar a todo lo que poseemos.
Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.
Lucas 14:33
El hombre en general, por su ignorancia y egoísmo, se considera dueño de lo que posee.
En realidad, el legítimo dueño de todo lo que poseemos es Dios. Todas nuestras pertenencias,
incluyendo bienes materiales, familia, tiempo, capacidades, casa, dinero, futuro, etc., todo es
de Dios. El cambio de actitud consiste en que, antes consideraba que todo lo que poseía era
mío y para los míos, mas ahora renuncio a todo lo que tengo y se lo entrego a Cristo. Todo
queda a su entera disposición para lo que Él mande. El discípulo es un simple mayordomo de
los bienes que posee.
5. ¿CÓMO DEBEMOS ARREPENTIRNOS?
Humillándonos delante de Dios y entregándonos a él para que nos cambie.
Humillaos delante del Señor.
Santiago 4:10
Debemos humillarnos delante de Dios de todo corazón, desechando nuestra soberbia,
rebeldía, egoísmo, nuestra conducta equivocada, nuestros pecados, y todo aquello que en
nuestra vida haya sido una ofensa ante Dios.
Confesando nuestros pecados y abandonándolos.
El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará
misericordia.
Proverbios 28:13
Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos.
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Hechos 19:18
Al arrepentirnos debemos confesar con la boca nuestros pecados. Seguramente no
recordaremos todos los pecados que hayamos cometido, aunque sí su índole. Al confesar
mencionaremos la clase de pecados cometidos y aquellos que recordamos, por haber sido una
carga en nuestra conciencia. El Espíritu Santo nos iluminará. La confesión debe ser sincera y
sin ocultar nada intencionalmente.
Debe ser hecho con arrepentimiento. es decir, con la determinación de abandonar el pecado.
Restitución: La confesión debe ser hecha con restitución cuando ésta fuera necesaria y
posible (Lucas 19:8; Romanos 13:7,8; Levítico 6:2—5). Debemos devolver lo robado, pagar
lo retenido, reparar el daño causado, pedir perdón al ofendido, decir la verdad al que
engañamos y asumir la responsabilidad de las consecuencias de nuestros pecados.
Perdonando al que nos ha ofendido.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro
Padre celestial.
Mateo 6:14
Debemos perdonar de todo corazón a todo aquel que nos haya faltado y ofendido. Sólo lo
podremos hacer por medio de Jesucristo, librándonos así de todo rencor, amargura y
resentimiento.
Renunciando a toda clase de ocultismo y a todo espíritu demoníaco.
Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron
delante de todos.
Hechos 19:19
SI en el pasado hemos tenido algo que ver o practicado algún tipo de ocultismo brujería,
espiritismo, macumba, umbanda, curanderismo, satanismo, “meditación trascendental,” o
cosas parecidas y si tenemos objetos “trabajados,” libros, ropas, fotos, fetiches, etc.,
vinculados con esas prácticas, en el nombre de Jesús debemos renunciar a todo ello,
quemarlo, romper todo pacto, confesarlo como pecado, renunciar a todo espíritu inmundo y
ser liberado en el nombre de Jesús.
Sometiéndonos totalmente a Cristo, reconociéndolo como nuestro Señor.
(Ya hemos aclarado este aspecto bajo el tema anterior: JESUCRISTO ES EL SEÑOR.)
Creyendo de todo corazón que el Señor, por su poder, va a cambiar
nuestras vidas.
Creamos las siguientes promesas del Señor:
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Ezequiel 36:26
Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad.
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1º Juan 1:9
Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí. todas son
hechas nuevas.
2º Corintios 5:17
Disponiéndonos a ser bautizados.
El modo concreto de expresar nuestra decisión de seguir a Jesucristo y ser sus discípulos es el
bautismo. Aquel que cree y reconoce a Jesucristo como su Señor y se arrepiente de su vida
anterior, se bautiza para sepultar en la muerte de Jesús su antigua vida y comenzar en Cristo
una nueva vida.
Para pensar y conversar:
1. Qué significa arrepentimiento? ¿Por qué es muy importante que nuestra actitud ante
Dios se caracterice por el arrepentimiento?
2. ¿Cómo se define la rebelión natural del hombre? ¿De qué manera se manifiesta esta
rebelión?
3. ¿Por qué la falta de arrepentimiento Implica que uno permanece bajo el dominio de
Satanás?
4. ¿Qué efecto produce en la vida el negarse a sí mismo para someterse a Cristo?
5. En el sentido práctico, ¿cómo se manifiesta el arrepentimiento?
27
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LA PUERTA
Lección 4:
El Bautismo
El bautismo es el acto por el cual mediante la fe nos unimos a Cristo para sepultar en su
muerte nuestra vieja vida y comenzar por el poder de su resurrección una nueva vida.
Después de su muerte y resurrección y antes de ascender a los cielos, Jesucristo dio una
orden universal a sus discípulos, diciendo:
Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo,
y del Espíritu Santo.
Mateo 28:19
Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere
bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
Marcos 16:15, 16
Los apóstoles, desde el día de Pentecostés, comenzaron a predicar el evangelio y enseñar a
los que creían a bautizarse como acto y señal de conversión:
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo
para perdón de los pecados.
Hechos 2:38
Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de
Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.
Hechos 8:12
Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su
nombre.
Hechos 22:16
¿QUÉ ES EL BAUTISMO?
La palabra bautizar quiere decir sumergir; por eso, en el Nuevo Testamento los que se
convertían eran bautizados en agua por inmersión (véase Hechos 8:36—38). El bautismo es
el acto por el cual mediante la fe nos unimos a Cristo para sepultar en su muerte nuestra vieja
vida, y comenzar por su poder una vida nueva (véase Colosenses 2:12).
El agua tiene un doble simbolismo: destrucción (muerte) y salvación (vida). Así como los
pecadores del tiempo de Noé fueron destruidos por el agua del diluvio, y por la misma agua
Noé y sus familiares fueron salvos en el arca, del mismo modo nuestro viejo hombre egoísta,
soberbio, es sumergido en el bautismo para morir en la muerte de Cristo. Luego, renacemos
por la resurrección de Cristo a una vida nueva (véase 1º Pedro 3:20, 21).
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LOS REQUISITOS PARA SER BAUTIZADOS
Según los pasajes ya considerados (Marcos 16:16; Hechos 2:38; 22:16) mediante la fe, el
arrepentimiento y el bautismo, recibimos el perdón de los pecados y la salvación, en virtud
del sacrificio de Cristo y su resurrección. Para que el bautismo tenga significado y valor, es
requisito Indispensable que el que se bautiza tenga fe en Jesucristo y se arrepienta.
Veamos:
La fe antecede al bautismo.
Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: si crees de todo corazón,
bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el
carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.
Hechos 8:36—38
Con relación a la fe, habría que responder a las siguientes preguntas:
 ¿Crees que Jesucristo es el Hijo de Dios?
 ¿Crees que él murió por tus pecados?
 ¿Crees que Dios lo resucitó de entre los muertos? ¿Confiesas y reconoces a Jesucristo
como Señor?
El arrepentimiento antecede al bautismo (véase Hechos 2:38).
Deberíamos responder a las siguientes preguntas:
 ¿Has cambiado de actitud?
 ¿Estás dispuesto a sujetarte y a obedecer a Cristo en todo? ¿Renuncias a Satanás y los
pecados, y aceptas el gobierno de Dios en tu vida?
 ¿Has puesto a Dios antes que tu padre, madre, esposa, hijos, hermanos y aun antes
que tu propia vida? ¿Reconoces a Cristo como dueño de tu vida y de todos tus bienes?
 ¿Estás dispuesto a seguir a Jesús y ser un verdadero discípulo hasta el fin?
Si tu respuesta a todas las preguntas es Sí, total y sinceramente, te puedes bautizar. El que
cree y se arrepiente se bautiza. Por otra parte, si alguien se bautiza sin haber creído y sin
haberse arrepentido, ¿le sirve de algo ese bautismo?
SIGNIFICADO ESPIRITUAL DEL BAUTISMO
En el bautismo están presentes dos elementos: el externo que es el agua, y la gracia invisible
que es Cristo. Según Romanos 6:3, no somos bautizados meramente en agua, sino en Cristo.
No se percibe la gracia del bautismo por el solo hecho de bautizarse, sino mediante una viva
fe en Jesucristo, quien al bautizarnos opera en nosotros por su palabra y su Espíritu.
Sepultados con Él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con Él, mediante la
fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Colosenses 2:12
29
29
El bautismo es participación en la muerte y resurrección de Cristo.
Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos
los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque
somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo
resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
Porque si fuimos plantados juntamente con Él en la semejanza de su muerte, así también lo
seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos
más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con
Cristo, creemos que también viviremos con Él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de
los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de Él. Porque en cuanto murió, al
pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros
consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Romanos 6:2—11
Observemos:
 v. 2: “Hemos muerto al pecado.”
 v. 3: “Hemos sido bautizados en su muerte.”
 v. 4: “Somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que
como Cristo resucitó de los muertos. por la gloria del Padre, así también nosotros
andemos en vida nueva.”
El bautismo en Cristo es unirse a su muerte para morir a la vida antigua, al pecado, a la
concupiscencia. Es el fin de la vida vieja y el comienzo de la vida nueva. Es muerte y
resurrección. Al bautizarnos pasamos a estar “en Cristo.”
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas.
2º Corintios 5:17
Al bautizarnos somos incorporados en Cristo.
 Por el bautismo nos unimos a Cristo. El que se une al Señor, un espíritu es con Él.
 1º Corintios 6:17
 El cristiano con el bautismo se reviste de Cristo. Porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
 Gálatas 3:27
En adelante le pertenece; está consagrado a él.
Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el
Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así, pues, sea que vivamos, o que
muramos, del Señor somos.
Romanos 14:7. 8
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Al bautizarnos somos incorporados a la iglesia que es el cuerpo de Cristo.
Nos unimos al pueblo de Dios. Somos hechos miembros de la iglesia.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres
mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros,
en el partimiento del pan y en las oraciones.
Hechos 2:4 1. 42
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos,
sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
1º Corintios 12:13
MODO DE REALIZAR EL BAUTISMO
1. Preparación previa: Oración, arrepentimiento, confesión de pecados, echar fuera
demonios (si fuera necesario), enseñanza sobre el bautismo.
2. En el momento del bautismo: Confesión de fe (Romanos 10:9; Hechos 8:36—
38). Invocación (Romanos 10:13; Hechos 22:16). Proclama e inmersión. El
bautizador proclama: “Conforme a tu confesión de fe, yo te bautizo en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.” Luego, sumerge todo el cuerpo de la
persona en el agua y lo levanta.
3. Acción de gracias por el perd6n de los pecados, por la vida nueva, por ser
hechos hijos de Dios.
LO QUE DEBE SEGUIR AL BAUTISMO
 El bautismo en el Espíritu Santo (Hechos 2:38,39; 19:5, 6).
 El discipulado (Mateo 28:19, 20). Esto Incluye enseñanza, adoctrinamiento,
comunión con los hermanos, etc.
Para pensar y conversar:
1. ¿Qué papel juega la fe en el bautismo? ¿En qué se fundamenta la fe para el bautismo?
2. ¿Qué lugar tiene el arrepentimiento en relación al bautismo?
3. ¿Cómo puede ser el acto del bautismo una verdadera experiencia espiritual? ¿Qué es
lo que sucede espiritualmente?
4. ¿En qué sentido marca el bautismo el fin de nuestra rebelión e independencia? ¿Qué
cambio produce el bautismo en la relación entre el que se bautiza y los demás
cristianos?
LA PUERTA
Lección 5:
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El bautismo en el Espíritu Santo
Él bautismo en el Espíritu Santo es una promesa y un don de Dios para sus hijos.
Cristo es quien bautiza, y al hacerlo nos da poder para testificar, para obedecer todos
sus mandamientos, y para ser transformados a su imagen. Se recibe “bebiendo” con fe.
Al arrepentimos de corazón y bautizarnos, por la fe en el poder de Dios hemos muerto y
resucitado con Cristo. El apóstol Pablo define esta experiencia así:
…sepultados con Él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con Él, mediante
la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos… os dio vida Juntamente con Él
perdonándoos todos los pecados.
Colosenses 2:12, 13
Esta nueva vida en Cristo es realmente maravillosa. El que ha puesto su confianza en Cristo
Jesús como su Señor y Salvador, uniéndose a Él por fe mediante el bautismo, puede decir
confiadamente:
 Cristo es mi Señor. Pertenezco a Él; Él gobierna mi vida (Romanos 10:9, 10:12:1, 2).
 Él ha perdonado todos mis pecados (Colosenses 1:13, 14; 2:13).
 Me ha dado una nueva vida (2~ Corintios 5:17).
 Me adoptó en su familia como hijo de Dios (Juan 1:12, 13; Efesios 1:5).
Desde semejante posición las perspectivas son hermosas, ¿no es cierto? Pero, ¡eso no es todo!
Ahora vamos a ver el próximo paso: ser llenos del Espíritu Santo.
JESÚS PROMETIÓ ENVIAR EL ESPÍRITU SANTO A SUS DISCÍPULOS
Antes de ascender al cielo en victoria después de su muerte y resurrección, Jesús dijo a sus
discípulos:
He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la
ciudad de Jerusalén, hasta que seáis Investidos de poder desde lo alto.
Lucas 24:49
Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos
en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Hechos 1:8
Juan el Bautista había anticipado este gran acontecimiento cuando anunció la relación entre
su predicación de arrepentimiento y el ministerio de Jesús:
Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo
calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; Él os bautizará en Espíritu Santo
y fuego.
Mateo 3:11
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La Biblia relata la manera en que ciento veinte discípulos cristianos fueron bautizados en el
Espíritu Santo diez días después que Jesús había ascendido al cielo:
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes Juntos. Y de repente vino del
cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde
estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre
cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Hechos 2:1—4
¿QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO?
El Espíritu Santo, llamado la tercera persona de la Divina Trinidad, es el que realiza el
propósito de Dios en el mundo. Cristo mismo enseñó a sus discípulos la necesidad de una
relación íntima y vital con Él. Es el Espíritu quien convence de pecado, revela a Cristo al
corazón sincero, respalda la predicación del evangelio, efectúa la salvación en el que cree, y
capacita a los discípulos cristianos para extender el reino de Dios entre los hombres.
Con la muerte, la resurrección y la exaltación de Cristo en su trono celestial, se inició una
nueva era: LA ERA DEL ESPÍRITU SANTO.
Cristo había dicho a sus discípulos que después de ascender al cielo, Él enviaría sobre ellos el
Espíritu Santo quien los llenaría de poder y denuedo, para predicar el evangelio en todo el
mundo y hacer discípulos a todas las naciones. Cumplió esta promesa en el día de
Pentecostés.
Cuando los discípulos recibieron el Espíritu, bajo su inspiración comenzaron a alabar a Dios
en lenguas desconocidas. Cuando oyeron esto los judíos reunidos en la calle, y entendieron lo
que dijeron en sus propios idiomas, quedaron atónitos y confundidos, queriendo saber de qué
se trataba. El apóstol Pedro, junto a sus colegas, respondió a su pregunta predicándoles el
evangelio bajo la unción del Espíritu Santo. El resultado fue asombroso: ¡tres mil personas se
convirtieron a Cristo y pasaron de la muerte a la vida a través de las aguas del bautismo!
Al final de su prédica Pedro les dijo que, después del arrepentimiento y el bautismo,
recibirían el don del Espíritu Santo. De allí en más la predicación del evangelio fue
acompañada por la manifestación del poder de Dios y la salvación de multitudes.
Pedro les dijo: Arrepentíos. y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo
para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Hechos 2:38
EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SEGÚN LAS ESCRITURAS
Es evidente que el bautismo del Espíritu Santo tiene una sólida base bíblica. Hasta aquí
hemos visto que:
 Fue predicho por Juan el Bautista que Jesús bautizaría en el Espíritu Santo (Mateo
3:11).
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 Cristo Instruyó a sus discípulos que les enviaría el Espíritu (Lucas 24:49; Hechos
1:5,8).
 En el día de Pentecostés los apóstoles y más de cien otros discípulos fueron
bautizados en el Espíritu Santo (Hechos 2:1—4).
 Además, el libro de los Hechos muestra que la misma experiencia era para todos los
cristianos: Los apóstoles anunciaron que esta promesa era para todos los que Dios
llamara a la salvación: y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es
la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el
Señor nuestro Dios llamare. Hechos 2:38, 39
Los que se convertían y se bautizaban eran guiados por los apóstoles a esta experiencia:
Samaria:
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la
palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por
ellos para que recibiesen el Espíritu Santo!.. . entonces les imponían las manos, y recibían el
Espíritu Santo.
Hechos 8:14—17
Saulo de Tarso:
Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano
Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para
que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
Hechos 9:17
Cornelio y su familia:
Mientras ‘aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían
el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos
de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían
que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro:
¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el
Espíritu Santo también como nosotros?
Hechos 10:44—47
Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros
al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente
bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si Dios, pues, les
concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo,
¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?
Hechos 11:15—17
En Éfeso:
Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo... vino a Éfeso, y hallando a
ciertos discípulos, les dijo:
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¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si
hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el
bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al
pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando
oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo
las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. Eran
por todos unos doce hombres.
Hechos 19:1—7
¿QUÉ ES EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO?
Hay distintos términos que Cristo y los apóstoles usaron para referirse a esta experiencia:
 el bautismo en el Espíritu Santo (Mateo 3:11)
 el bautismo con el Espíritu Santo (Hechos 1:5)
 el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38)
 la promesa del Padre (Lucas 24:49)
 ser llenos del Espíritu Santo (Hechos 2:4; Efesios 5:18)
 recibir el Espíritu Santo (Hechos 10:47)
 se derramó el don del Espíritu Santo (Hechos 10:45)
Observemos algunas verdades bíblicas acerca de esta experiencia:
 Es una promesa y un mandato (Hechos 1:4, 5).
 Es un don, un obsequio (Hechos 2:38). No es un premio que se otorga en virtud del
que recibe, sino un regalo que se da en virtud del dador.
 Es una experiencia definida, personal, consciente y transformadora.
 Es para todos los hijos de Dios (Lucas 11:9—13; Hechos 2:39; Gálatas 4:6).
 Cristo es el que bautiza; el medio es el Espíritu Santo, y el candidato es el discípulo
(Mateo 3:11).
Cristo que está en nosotros nos quiere bautizar en el Espíritu Santo, sumergirnos,
llenarnos, inundarnos, desbordar, hacer fluir los ríos de agua viva, desatar su poder en
nosotros.
¿QUÉ DEL HABLAR EN LENGUAS?
En varios de los pasajes bíblicos citados arriba hemos visto que los discípulos hablaron en
lenguas cuando fueron llenos del Espíritu Santo. ¿Qué enseña la Biblia al respecto?
 Es una consecuencia y evidencia del bautismo en el Espíritu Santo.
 Es el “agua” que desborda por la boca (véase Juan 7:37—39, donde Jesús habla de los
ríos de agua viva que correrán de nuestro interior).
 Es la alabanza inefable. No hay lenguaje capaz de expresar adecuadamente las
maravillas de Dios (Hechos 2:11; 10:46).
 El apóstol Pablo enseña más sobre el hablar en lenguas en 1º Corintios 14: Es hablar a
Dios en un lenguaje incomprensible para los hombres (v. 2).
 Es orar con el espíritu a Dios (v. 14, 15).
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 El entendimiento queda sin fruto, mientras que el espíritu se edifica (v. 4, 14).
 Pablo recomienda que todos hablen en lenguas (v. 5).
 Ordena callar en la iglesia cuando no hay interpretación, y hablar para sí mismo y
para Dios (v. 28).
 Se goza en que él habla en lenguas más que todos los discípulos en Corinto (v. 18).
¡TÚ TAMBIÉN LO PUEDES RECIBIR!
Ahora tú también debes recibir el Espíritu Santo. ¿Para qué lo necesitas?
Revisemos algunas de las razones:
 Para que Dios pueda obrar libremente en tu vida.
 Para que te inspire en tu fe y obediencia al Señor.
 Para que conozcas más y más a Jesucristo.
 Para darte ánimo y denuedo para dar testimonio de Él.
 Para acompañarte, auxiliarte y darte consuelo en los momentos difíciles.
 Para enseñarte a orar según la voluntad de Dios.
 Para conformarte a la imagen de Cristo en todas las áreas de tu vida.
La plenitud del Espíritu Santo es la provisión gratuita de Dios para todos los cristianos. Ya
que es un don divino, no puede ser ni complicado ni difícil. Recíbelo con fe y sencillez,
confiado en la bondad y generosidad de Dios. Ten presente las siguientes pautas al disponer
tu corazón ante el Señor:
1) El Espíritu Santo ya está en el pueblo de Dios, aquí en la tierra. Por lo tanto, otro
discípulo cristiano puede acompañarte y orar por ti, a fin de que recibas este don de
Dios.
2) Si has recibido a Cristo, con el perdón de tus pecados, ya estás en condición de
recibir al Espíritu. La fe y el arrepentimiento te han preparado para este paso. No hace
falta reunir otras condiciones.
3) Pide al Padre con fe que te llene del Espíritu. A Dios le agrada contestar esta
oración
(Lucas 11:13).
4) Ahora, abre todo tu ser a Dios, para amarle, para ser lleno de Él, para recibir su
inspiración, para que el Espíritu obre con libertad en tu vida. Alégrate en su presencia;
gózate
en su amor. Comienza a “beber” del Espíritu en tu fuero interior (Juan 7:37—39).
5) Luego, deja fluir los ríos de Dios de tu interior. Con una actitud de fe y expectativa,
ríndete ante la operación del Espíritu de Dios. No siempre obra de igual manera, sino
que reparte dones y gracias según su soberana voluntad. A medida que tienes
conciencia de esta operación interior, exprésala con fe, sea en otras lenguas, en un
hablar inspirado, con un don de fe o con una revelación de la gracia de Dios. No lo
compliques, sino que en sencillez manifiesta lo que Dios te ha dado. Así funcionan los
dones espirituales.
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6) Posteriormente, sigue viviendo en dependencia del Espíritu Santo. Él te Inspirará,
te corregirá y te orientará, a fin de que tu vida se asemeje cada vez más a la de Cristo.
Para pensar y conversar:
1. ¿Por qué los cristianos debemos experimentar el bautismo en el Espíritu Santo?
2. ¿Cuáles son las características de una vida llena del Espíritu?
3. ¿Cuáles son los términos utilizados en la Biblia para referirse al obrar del Espíritu
Santo, y qué significa cada uno de ellos?
4. ¿Todos los cristianos pueden experimentar la plenitud del Espíritu Santo?
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LA META
Lección 6:
El Propósito Eterno de Dios
El propósito eterno de Dios es tener una gran familia de muchos hijos semejantes a
Jesucristo. El hombre fue creado para conocer y servir a Dios como Padre, deleitándose en su
amor, pero su rebelión le desvió. La muerte y resurrección de Jesús le provee el camino de
redención y restauración al propósito divino original. Por lo tanto, el discípulo encuentra en
Cristo tanto la salvación como el modelo para seguir en su conducta y dedicación, a fin de
que su vida sea para la gloria de Dios. Él nos proveyó de todos los medios necesarios para
lograr este propósito en virtud de nuestra unión con Cristo.
Hemos Indicado al principio de esta serie que las lecciones están divididas en tres rubros
principales: LA PUERTA, LA META y EL CAMINO. Esto obedece al hecho de que la vida
del cristiano es un CAMINO, y todo camino tiene una iniciación (la PUERTA) y un fin o
destino (la META). Habiendo considerado la PUERTA en las lecciones anteriores,
proseguiremos con el estudio de la META.
LA META DEL DISCÍPULO CRISTIANO
Un discípulo de Cristo es aquel que, habiendo conocido a Jesucristo como Señor de su vida,
se ha bautizado y ha recibido el don del Espíritu Santo, comenzando así una nueva vida, un
nuevo camino. Al emprender un camino es fundamental saber su destino o meta.
Prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús…
Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:12—14
De este pasaje testimonial del apóstol Pablo aprendemos tres cosas muy importantes:
1) Hay una meta para el discípulo de Cristo. Dios tiene un propósito para nuestras
vidas. Él nos creó, nos llamó y nos salvó con un propósito bien definido.
2) Debemos conocer el propósito de Dios para nuestras vidas y hacer de él nuestra
meta. Muchos cristianos viven desorientados durante años por no conocer con
claridad el propósito divino; no tienen una meta, o creen equivocadamente que la
meta de la vida cristiana es llegar al cielo. Debemos entregamos de todo corazón a
alcanzar la meta. Pablo escribió: “Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda
atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta.” Llegar a la meta era
la gran pasión de Pablo; también debe ser la nuestra.
3) El tener una meta afecta e involucra todos los aspectos de la vida del discípulo: la
familia, el trabajo, el estudio, el dinero y los bienes, el tiempo, las decisiones, etc.
Todo se concierta hacia la gran intención de la vida, que es llegar a la meta.
DIOS TIENE UN PROPÓSITO ETERNO PARA NOSOTROS
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Nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha
delante de Él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio
de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia,
con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el
perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con
nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad,
según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en
Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos,
como las que están en la tierra. En Él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido
predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su
voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente
esperábamos en Cristo.
Efesios 1:4—12
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes
a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos.
Romanos 8:29
Estos textos nos enseñan las siguientes verdades:
1) Dios es un ser personal; tiene afecto (Efesios 1:5), voluntad (v. 5,9, 11), intelecto (y.11).
2) Dios tuvo en mente un diseño previo. Así como un arquitecto, antes de edificar hace un
proyecto con todos los detalles de lo que se propone construir, del mismo modo Dios, antes
de la creación del universo, en su amor y soberana voluntad se propuso tener una familia de
muchos hijos semejantes a su Hijo.
3) Este es un proyecto nacido del amor de Dios en el ejercicio de su soberana voluntad (v. 5:
“en amor;” v. 6: “según el puro afecto de su voluntad;” v. 9: “según su beneplácito;” v. 11:
“según el designio de su voluntad”). Dios en su infinito amor quiso crearnos con el propósito
predeterminado de incluirnos en Cristo, y en Él hacernos sus hijos y participantes plenos de
todas sus riquezas eternas.
4) Fuimos predestinados para ser hijos de Dios (v. 5). Predestinar significa determinar un
destino de antemano. Dios se propuso en sí mismo ser Padre de muchos hijos. Nosotros
somos hijos deseados y escogidos, amados y predestinados por Dios.
5) Fuímos predestinados para ser como Jesucristo. El propósito de Dios es que seamos
“santos y sin mancha” (y. 4) como Jesucristo. En Romanos 8:29 vemos claramente que nos
“predestinó para ser conformes a la Imagen de su Hijo.” Esta es la voluntad y el propósito de
Dios para con cada uno de sus hijos: que seamos como Jesús en toda nuestra manera de ser,
de pensar, de sentir y de vivir.
6) Fuimos predestinados para formar una sola familia con todos los hijos de Dios, nuestros
hermanos. Un aspecto fundamental del propósito eterno de Dios es la unidad de todos sus
hijos: “el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo” (Efesios
1:9, 10); “para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29). Dios
quiere tener una familia, quiere que sus hijos se amen entre sí, y que sean unidos para que Él
sea honrado.
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7) El fin supremo del hombre (y de todas las cosas) es la gloria de Dios: “habiendo sido
predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su
voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria” (Efesios 1:11, 12). Nuestro objetivo
supremo es la gloria de Dios. Fuimos creados para la alabanza de su gloria, para que,
conociéndole como Padre, y sabiendo de la grandeza de su amor, nosotros también le
amáramos y viviéramos para glorificarle. Dios es glorificado en la medida en que su eterno
propósito se va realizando en nosotros.
En resumen:
El propósito eterno de Dios es tener una familia de muchos hijos semejantes a Jesucristo.
EL DESARROLLO DEL PROPÓSITO DE DIOS
Consideremos algunos de los elementos principales en el desarrollo del propósito de Dios:
1) El proyecto de Dios. Ya hemos visto que antes de la creación del mundo Dios tenía un
proyecto, conforme al cual hizo todas las cosas.
2) La creación. La intención de Dios en la creación fue la realización de su propósito eterno.
Dios creó al hombre y a la mujer a su Imagen y semejanza para que ellos, multiplicándose,
conformaran la gran familia eterna de los hijos de Dios a semejanza de Cristo.
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra Imagen, conforme a nuestra semejanza; y
señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en
todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su Imagen, a imagen de
Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Génesis 1:26, 27
3) El pecado. Es una desviación del propósito eterno (véase Génesis Cap. 3). Satanás,
queriendo frustrar el propósito de Dios, incitó al hombre a la rebelión. El hombre pecó,
perdió la comunión con Dios, fue expulsado de su presencia, perdió su condición de hijo de
Dios y la razón de su existencia. Como resultado, se deterioró en él la imagen del Creador.
4) La redención. La redención no es el fin del propósito de Dios, sino el gran MEDIO
provisto por su gracia, para que su propósito se cumpliese en nosotros. La muerte y
resurrección de Cristo no tienen como objetivo meramente salvarnos del infierno, sino volver
a hacernos hijos de Dios, restaurar en nosotros la Imagen de Dios, y lograr que sus hijos
conformen una sola familia.
5) El objetivo final de Dios. No es ser Creador, ni tampoco Salvador, sino Padre de una
familia de muchos hijos semejantes a Jesús. Por lo tanto, concluimos que Dios nos creó, nos
llamó y nos salvó con el mismo propósito o fin, que se puede definir en los siguientes
términos:
 Dios: que sea Padre de una familia de muchos hijos.
 Jesucristo: que sea el primogénito entre muchos hermanos.
 Nosotros: que seamos hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, conformados a su
semejanza y uno con todos nuestros hermanos.
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LOS GRANDES OBJETIVOS DE DIOS
En síntesis, podemos definir en los siguientes términos lo que Dios se ha propuesto lograr
entre los seres humanos:
1) Dios quiere ser Padre de muchos hijos Quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen
a ser sus hijos (1º Timoteo 2:4). Cristo murió por todos los hombres (1º Juan 2:2). Él ordenó
predicar el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15), y llama a todos al arrepentimiento pues
no quiere que nadie se pierda (Hechos 17:30; 2º Pedro 3:9).
2) Dios quiere que sus hijos formen una sola familia (Efesios 2:19; 3:14, 15). Dios quiere que
todos sus hijos sean uno. La Iglesia de Dios es una sola. Jesús rogó al Padre para que todos
los que creyesen en Él fuesen uno (Juan 17:20—23). Al nacer de nuevo, nacemos de Dios y
somos hechos hijos de Dios y miembros de la única Iglesia del Señor. Todo hijo de Dios es
nuestro hermano. El mandamiento principal del Señor es que nos amemos unos a otros (Juan
13:34, 35). Al principio, la Iglesia vivía en unidad. El Señor quiere restaurar esa unidad de su
iglesia, pues su propósito es que todos sus hijos formemos una sola familia.
3) Dios quiere que sus hijos sean iguales a Jesús (Romanos 8:29; 2º Corintios 3:18). La meta
de nuestra vida es llegar a ser como Jesús. No basta con ser hijos de Dios; su voluntad y
designio es que crezcamos hasta llegar a la estatura de Cristo. La meta de todo discípulo es
llegar a ser como su maestro. Esto significa que: Dios quiere que vivamos como Jesús vivió
(1º Juan 2:6; 1º Pedro 2:21). Debemos amar como Jesús, perdonar como Él, servir, agradar al
Padre, sufrir las injusticias, orar, obedecer, etc., como Jesús.
Dios quiere restaurar en nosotros su misma imagen.
—En nuestra responsabilidad moral: debemos actuar con dominio propio, ajustando todos
los aspectos de nuestra vida a la voluntad de Dios, en verdad, justicia y santidad. Como Dios,
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todos somos responsables por nuestros hechos, palabras y pensamientos (Colosenses 3:10;
Efesios 4:24).
—En nuestra naturaleza espiritual debemos desarrollar la comunión con Dios, a fin de
conocerlo, amarlo y comprenderlo por medio de su revelación a nuestro espíritu (véase 1º
Corintios 2:10—16; 6:17; Romanos 8:16; Job 32:8; Proverbios 20:27).
—En el ejercicio de autoridad: así como Dios gobierna sus asuntos y su creación con
sabiduría y responsabilidad, nosotros también debemos gobernar las distintas áreas de nuestra
responsabilidad con sabiduría, dedicación y diligencia (Génesis 1:26; Salmo 8:5, 6; Lucas
7:8; 9:1, 2).
Dios quiere formar en nosotros el carácter de Cristo. Quiere transformarnos por su Espíritu
Santo, desarrollando en nosotros las virtudes de Cristo, hasta que seamos como Él: santo,
manso, justo, amable, firme, misericordioso, servicial, humilde, sufrido, fiel, sumiso,
compasivo, etc.
Dios quiere que, al igual que Jesús, nos ocupemos en evangelizar y edificar a los hombres,
haciendo de esto la actividad principal de nuestra vida (Juan 20:21: Mateo 28:19, 20).
¿Cómo vive y actúa entre la gente aquel que tiene el Espíritu y la mente de Jesús? Vive y
actúa como Jesús vivía y actuaba. Es decir:
—Ve a las personas que le rodean desorientadas y perdidas como ovejas sin pastor
(Mateo 9:36).
—Tiene compasión de ellas y siente un vivo deseo de ayudarlas (Filipenses 2:5).
—Pone pasión y sacrificio para salvar a los perdidos y enseñarles y cuidarlos
(Colosenses 1:24). Participa así de los sufrimientos de Cristo.
—Al Igual que Jesús, hace el máximo sacrificio para que los que aún no son hijos de
Dios lleguen a serlo.
Para que podamos ser y actuar como Jesús, Dios mandó al Espíritu de su Hijo a nuestros
corazones.
CONCLUSIÓN
De acuerdo con el propósito eterno de Dios, podemos afirmar que el discípulo de Cristo tiene
tres claros objetivos en su vida:
 Ser como Jesús;
 Ser uno con todos sus hermanos;
 Trabajar para que los que no son hijos de Dios lleguen a serlo.
 Que todo esto sea para la alabanza de su gloria.
Para pensar y con versar:
1. ¿Cuál es el gran objetivo final de Dios?42
2. ¿Cómo podemos colaborar con Dios en el cumplimiento de su propósito? ¿Qué
significa el hecho de que fuimos predestinados para esto?
3. ¿Qué importancia tiene la redención en el desarrollo del propósito eterno de Dios?
4. Ya que Dios está formando una gran familia, ¿qué actitud debemos tener hacia
nuestros hermanos en Cristo?

John Wesley (1703-1791) Sobre la religión en familia

                                                     Sobre la religión en familia
 

                                              (Traducción ligeramente abreviada)

"Mas mi casa y yo, serviremos al Señor." (Josué 24:15)

Una tal resolución es digna de este santo canoso, Josué, quien experimentó desde su juventud
la bondad del Señor. ¡Cuánto desearíamos que todos aquellos que conocieron la gracia del
Señor, que salieron de Egipto y de la esclavitud del pecado, hagan esta misma decisión sabia!
Entonces la obra del Señor prosperaría en nuestra tierra; entonces Su palabra correría y sería
glorificada. Entonces las multitudes de pecadores en todo lugar extenderían sus manos hacia el
Señor, hasta que "la gloria del Señor cubra la tierra, como las aguas cubren el mar".
Al contrario, ¿cuál sería la consecuencia si ellos no asumen este compromiso? ¿si descuidan la
religión en su familia? ¿si no se preocupan por la generación que se está levantando? ¿No
morirá el presente avivamiento dentro de poco tiempo? ¿No se confirmará el comentario
desanimado de Lutero, de que "un avivamiento nunca dura más que una generación" (con lo
que quiso decir, treinta años)? Pero, bendito sea Dios, esto no fue verdad en el presente;
porque vemos que este avivamiento, desde sus inicios en 1729, ya ha durado más de cincuenta
años.
¿No hemos visto ya algunas de las tristes consecuencias, cuando los hombres buenos no
asumen este compromiso? ¿No se ha levantado una generación, en este mismo tiempo, y de
padres piadosos, que no conoce al Señor? ¿que no tienen su amor en sus corazones, ni su
temor ante sus ojos? ¡Cuántos de ellos ya desprecian a sus padres, y se ríen del consejo de sus
madres! Y no pocos de ellos han abandonado toda religión, y se han entregado a toda clase de
maldad.
Aunque haya excepciones, la maldad de los niños es generalmente por la culpa o la negligencia
de sus padres. "Instruye al niño en el camino que debe andar, y aun cuando fuere viejo, no se
apartará de él."
Pero ¿qué se comprende con este compromiso, "Mi casa y yo serviremos al Señor"?
Examinaremos, primero, qué es "servir al Señor". Segundo, quiénes están incluidos en "mi
casa". Y tercero, qué podemos hacer para que nosotros y nuestra casa sirvamos al Señor.
¿Qué es "servir al Señor"?
Primero, examinaremos qué es "servir al Señor", como cristianos; no solo con un servicio
exterior, sino desde adentro, con el servicio del corazón, "adorándole en espíritu y en verdad".
Lo primero en el servicio del Señor es la fe; creer en el nombre del Hijo de Dios. Tan pronto que
alguien tiene el testimonio dentro de sí; tan pronto que puede decir: "La vida que vivo ahora, la
vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó, y se dio a sí mismo por mí" - éste es capaz de
verdaderamente "servir al Señor".
Tan pronto como cree, ama también al Señor; y esto es otra parte del servicio al Señor.
"Nosotros le amamos porque él nos amó primero". El amor del Dios perdonador está
"derramado en nuestros corazones, por el Espíritu Santo que nos es dado."
Y si alguien ama verdaderamente a Dios, necesariamente va a amar también a su hermano. La
gratitud al Creador producirá bondad hacia Sus criaturas. Hacia todos los hijos de Dios nos
vestiremos de amabilidad, bondad, longanimidad, perdonándonos unos a otros si alguien
tuviera una queja contra alguien, como Dios, por medio de Cristo, nos perdonó a nosotros.
Algo más está implicado en "servir al Señor": Obedecerle; caminar constantemente en todos
sus caminos, hacer su voluntad desde el corazón; evitar cuidadosamente lo que él prohibió, y
hacer celosamente todo lo que él mandó; esforzarse siempre a tener una consciencia limpia
ante Dios y los hombres.
¿Quiénes están incluídos en "mi casa"?
La persona en tu casa que merece tu primera atención más cercana, es sin duda tu esposa. Es
tu deber amarla como Cristo amó a la iglesia, poniendo su vida por ella, para purificarla para él,
sin mancha ni arruga. Lo mismo debe buscar cada esposo; usar todas las medidas posibles para
que su esposa sea libre de toda mancha, y que camine irreprochablemente en amor.
Después vienen tus hijos; espíritus inmortales a los que Dios encomendó por un tiempo a tu
cuidado, para que los entrenes en toda santidad, y los prepares para la comunión con Dios en la
eternidad. Esta es una responsabilidad gloriosa e importante; velar por un alma es de más valor
que todo el resto del mundo. Por tanto, vela sobre cada niño con sumo cuidado, para que,
cuando seas llamado a rendir cuentas acerca de cada uno de ellos ante Dios, puedas hacerlo
con gozo y no con tristeza.
A tus siervos, de cualquier clase, debes considerar como hijos secundarios: a ellos también, Dios
los encomendó a tu cuidado y te pedirá cuentas acerca de ellos. Pues cada persona bajo tu
techo que tiene un alma a ser salvada está bajo tu cuidado; no solo aquellos siervos que tienen
un contrato contigo, sino también aquellos que vienen a servirte por un día. Y no es la voluntad
de tu Maestro que está en el cielo, que uno de ellos parta de tu casa sin recibir de ti algo más
valioso que oro o plata. - En cierta medida, incluso eres responsable por "el extranjero que está
dentro de tus puertas", haciendo todo lo que está en tu poder para impedir que él peque en
alguna manera contra Dios.
Examinaremos, tercero, ¿qué podemos hacer para que todos ellos "sirvan al Señor"?
Esforcémonos, primero, a restringirles de todo pecado externo; que no hablen palabras
profanas ni usen el nombre de Dios en vano; que no hagan trabajos innecesarios en el día del
Señor. Esta obra de amor la debes incluso a tus visitantes; y mucho más a tu esposa, tus hijos, y
tus siervos.
A los visitantes, les puedes restringir con argumentos o persuasión suave. Si después de varios
intentos no te hacen caso, es tu deber hablarles aparte y despedirles de tu casa. Igualmente a
los siervos, si si no puedes convencerlos con razones junto con tu propio ejemplo, o con
reproches, después de muchas repeticiones, entonces debes despedirlos de tu familia, por más
inconveniente que sea.
Pero no puedes despedir a tu esposa, ¿Qué se puede hacer entonces, si ella está acostumbrada
a algún pecado abierto?
No puedo encontrar en la Biblia que un esposo tenga autoridad de golpear a su esposa por
alguna razón, ni siquiera si ella le golpea primero; excepto si su vida estuviera en peligro
inmediato. Y no conocí ni un solo caso donde una esposa haya mejorado con golpes.
Me parece que todo lo que se puede hacer en este caso, es con el propio ejemplo, en parte con
argumentos y persuasión, aplicándolo de la manera como la prudencia cristiana nos indica. Lo
malo no puede ser vencido por lo malo; no podemos vencer al diablo con sus propias armas.
Por tanto, si no podemos vencer el mal con el bien, somos llamados a soportarlo. Digamos:
"Esta es la cruz que Dios escogió para mí. El lo permite para un fin sabio." Por mientras,
continuemos en oración seria, sabiendo que con Dios nada es imposible.
A tus hijos, mientras son pequeños, los puedes restringir de lo malo, no solo con consejos,
persuasión y reproches, sino también con corrección; pero recuerda que esta medida se usa
solo al último, después de probar todas las otras. Y aún cuando necesitas castigar, sé muy
cuidadoso de evitar aun la apariencia de pasión. Todo lo que hagas, hazlo con benignidad.
Algunos te dirán: "Estos son esfuerzos perdidos; un niño no necesita ninguna corrección en
absoluto. La instrucción, la persuasión y el consejo serán suficientes." Yo respondo, que esto
puede tener éxito con unos pocos niños en particular. Pero de ninguna manera es una regla
general, ¿o te crees más sabio que Salomón, o aun que Dios mismo? Pues es Dios mismo, quien
conoce mejor a sus propias criaturas, quien nos dijo expresamente: "El que evita la vara, odia a
su hijo; pero el que le ama, le castiga a tiempo." (Prov.13:24)
Segundo, esforcémonos a instruirles. Que cada persona bajo tu techo tenga el conocimiento
necesario para la salvación. Que tu esposa, tus siervos y tus hijos sean enseñados todo lo que
pertenece a su paz eterna. Para este fin, debes ver que no solo tu esposa, sino también tus
siervos tengan todas las oportunidades de instrucción cristiana pública; y que especialmente en
el día del Señor todos puedan atender a las ordenanzas de Dios. También provee para que cada
día tengan algún tiempo para la lectura Bíblica, la meditación y la oración; y debes inquirir si
realmente están usando este tiempo para estos ejercicios. Y que no pase ningún día sin oración
en familia, con seriedad y solemnidad.
Particularmente debes esforzarte a instruir a tus hijos, desde temprana edad, claramente,
frecuentemente, y pacientemente. Instrúyeles desde la primera hora que ves que su razón
despierta. La verdad puede alumbrar sus mente mucho más temprano de lo que suponemos.
Quien observa las primeras aperturas de la mente del niño, proveerá poco a poco la materia
para que trabaje en ella, y dirigirá los ojos de su hijo hacia lo bueno. Cuando un niño empieza a
hablar, puedes estar seguro de que su razón está trabajando. En este mismo momento, los
padres deben empezar a hablarle de las mejores cosas, las cosas de Dios. Y desde ese tiempo,
no se debe perder ninguna oportunidad para infundirles todas las verdades que son capaces de
recibir.
Pero el hablar tempranamente no servirá, si no les hablas claramente. Usa palabras que los
niños pequeños pueden entender, tales como ellos mismos usan al hablar. Observa
cuidadosamente las pocas ideas que ellos ya tienen, y desarrolla desde allí lo que tienes que
decir. Para dar un pequeño ejemplo: Dile al niño que mire al cielo, y pregúntale: "¿Qué ves
allí?" - "El sol." - "¡Mira cuánto brilla! ¡Siente como calienta tu mano! ¡Mira cuán verde es el
pasto! Pero Dios, aunque no puedes verle, está más arriba del cielo. !El es mucho más brillante
que el sol! Es Dios quien hace crecer el pasto y las flores. El hace que los árboles sean verdes, y
que crezcan frutas en ellos. ¡Piensa en lo que El puede hacer! El puede hacer todo lo que
quiere. ¡El podría matarme a mí o a ti en un instante! Pero El te ama; le gusta darte cosas
buenas. Le gusta hacerte feliz. ¿No debes entonces tú también amarle a El? Y El te va a enseñar
como amarle."
Mientras le hablas así al niño, debes continuamente elevar tu corazón a Dios, pidiéndole que
abra el entendimiento del niño y eche su luz sobre él. Solo El puede aplicar tus palabras al
corazón del niño. Sin esto, todo tu esfuerzo sería en vano. Pero cuando el Espíritu Santo
enseña, el aprendizaje no demora.
Pero si quieres ver el fruto de tu labor, debes enseñarles frecuentemente. Sería de poco
provecho, hacerlo solamente una o dos veces a la semana. ¿Cuán a menudo alimentas sus
cuerpos? Normalmente, tres veces al día o más. ¿Y vale el alma menos que el cuerpo? ¿No la
vas a alimentar entonces con la misma frecuencia? - Si esto te parece una tarea tediosa,
entonces seguramente algo está mal en tu propia mente. No los amas lo suficiente; o no amas a
Aquel que es tu Padre y el Padre de ellos. ¡Humíllate ante El! Pídele que te dé más amor; y el
amor hará que la labor sea ligera.
Pero no servirá enseñarles temprano, clara y frecuentemente, a menos que perseveres en ello.
Nunca lo dejes, nunca interrumpas tu labor de amor, hasta que veas su fruto. Pero para esto,
encontrarás la necesidad absoluta de ser investido con poder de lo alto. Sin ello, nadie tendrá la
paciencia suficiente para este trabajo. La apatía de algunos niños, y la frivolidad o perversidad
de otros, te desanimaría.
Y suponemos que hiciste todo esto, y perseveraste, pero hasta ahora no ves ningún fruto, no
debes concluir que no habrá fruto. Posiblemente el "pan" que "echaste sobre las aguas", será
"encontrado después de muchos días". La semilla que permaneció mucho tiempo en el suelo,
puede al finar brotar para una cosecha abundante. Especialmente si continúas en toda súplica
ante Dios. Por mientras, sea lo que sea el efecto en otros, tu recompensa está con el Altísimo.
Muchos otros padres ya pueden ver el fruto de la semilla que sembraron, y tienen el consuelo
de observar a sus niños crecer en gracia como crecen en años. Pero todavía no hicieron todo.
Todavía tienen otra tarea, a veces de bastante dificultad. Sus hijos tienen ahora la edad
suficiente para asistir a la escuela. ¿Pero qué escuela es aconsejable para enviarles allí?
(Nota del traductor: En los tiempos de Wesley, esto era a los 8 años o más. Como notamos,
Wesley esperaba que hasta esa edad, los padres se hagan cargo la educación entera de sus
hijos, y que la mayoría de los hijos lleguen a entregarse al Señor durante este tiempo.)
Recordemos que no estoy hablando al mundo salvaje y frívolo, pero a los que temen a Dios. Les
pregunto, entonces, ¿para qué fin envías a tus hijos a la escuela? - "Qué, para que sean
preparados para vivir en el mundo." - ¿De qué mundo hablas, de éste o del por venir? Quizás
pensaste solo en este mundo, y te olvidaste de que hay un mundo por venir; sí, ¡y uno que
durará eternamente! Por favor considera mucho esto, y envía a tus hijos a tales maestros que
mantengan este mundo venidero siempre delante de sus ojos. De otra manera, enviarles a la
escuela (permítanme hablar claramente) es poco mejor que enviarles al diablo. De toda
manera, entonces, envía a tus hijos, si tienes alguna consideración por sus almas, no a una de
estas grandes escuelas públicas, (porque estas son cunas de toda clase de maldad), sino a una
escuela privada, donde enseñe un hombre piadoso, quien se esfuerce a instruir a un número
pequeño de niños en la religión y la enseñanza juntos.
Igualmente a tus hijas, no las envíes a una escuela pública de niñas. En estas escuelas, las niñas
se enseñan unas a otras el orgullo, la vanidad, la intriga, el engaño, y, en breve, todo lo que una
mujer cristiana no debe aprender. Por más que tu hija tenga una inclinación buena, ¿qué hará
en una multitud de niñas, de las que ni una tiene algún pensamiento en salvar su alma? -
especialmente cuando toda su conversación apunta en el sentido opuesto, y se habla de cosas
que desearías que tu hija ni piense. Sería igual enviar a tu hija a ser educada en la calle.
Podemos suponer ahora que tus hijos hayan asistido a la escuela por suficiente tiempo, y estás
pensando en algún negocio para ellos. Antes de determinar algo en este asunto, asegúrate de
que tu ojo sea sencillo. ¿Es esto así? ¿Es tu deseo, agradar a Dios en esta decisión? Entonces, si
tú mismo temes a Dios, tu primera consideración será: "¿En qué negocio será más probable que
mi hijo ame y sirva a Dios? ¿En cuál trabajo tendrá la mayor oportunidad de juntar tesoros en el
cielo?" - Me chocó desmesuradamente, observar ¡cuán poco aun los padres piadosos
consideran esta pregunta! Aun ellos preguntan solamente cómo su hijo ganará más dinero, no
cómo encontrará más santidad. Aun estos envían a sus hijos a un maestro pagano, y a una
familia donde no existe ni siquiera la forma, ni mucho menos el poder de la religión. De esta
manera le comprometen con un negocio que necesariamente le expondrá a tales tentaciones,
que no le quedará ni una posibilidad de servir a Dios. ¡O padres salvajes! qué crueldad diabólica
- si ustedes realmente creen que existe otro mundo.
"¿Pero qué haré?" - Pon a Dios delante de tus ojos, y haz todo con el deseo de agradarle.
Entonces encontrarás a un maestro, de cualquier profesión, que ama, o por lo menos teme, a
Dios; y encontrarás una familia donde está por lo menos la forma de la religión, o aun su poder.
Sin embargo, tu hijo podría servir al diablo si desea; pero es más probable que no lo haga. Y no
te dé cuidado que gane menos dinero, con tal que reciba más santidad. Es suficiente, aunque
tenga menos bienes terrenales, que asegure la posesión del cielo.
Existe una circunstancia más, en la que necesitarás mucha sabiduría de lo alto. Tu hijo o hija
está ahora en la edad de casarse, y desea tu consejo. Tú sabes lo que el mundo llama un buen
partido: donde se gana mucha plata. Pero la plata pocas veces trae felicidad, ni en este mundo
ni en el venidero. Entonces que nadie te engañe con vanas palabras. Si eres sabio, no buscarás
riquezas para tus hijos en el matrimonio. Vela para que tu ojo sea sencillo en este asunto
también: apunta hacia la gloria de Dios, y la verdadera felicidad de tus hijos; en este tiempo y
en la eternidad. ¡Es triste ver como padres cristianos se gozan en vender a su hijo o su hija a un
pagano rico! ¿Esto es lo que llamas un buen partido? Necio, con la misma razón podrías llamar
el infierno una buena morada, y al diablo un buen maestro. ¡Oh, aprende una mejor lección de
un mejor maestro! "Buscad primero el reino de Dios, y su justicia", tanto para ti como para tus
hijos, "y todas las otras cosas les serán añadidas."
Si estás firmemente determinado a caminar en este camino, de esforzarte con todas las
medidas para que tu casa sirva así al Señor; que cada miembro de tu familia le adore, no solo
exteriormente, sino en espíritu y verdad; entonces necesitarás usar toda la gracia, toda la
valentía, toda la sabiduría que Dios te dio. Porque encontrarás tales obstáculos en el camino,
que solo el gran poder de Dios puede capacitarte a vencerlos. Tendrás a todos los santos del
mundo para luchar contra ellos, porque pensarán que estás llevando las cosas demasiado lejos.
Tendrás todos los poderes de las tinieblas en tu contra, usando la fuerza y el engaño; y sobre
todo, el engaño de tu propio corazón, porque si le haces caso, te llenará de muchas razones por
qué deberías conformarte más con el mundo. Pero así como empezaste, ¡avanza en el nombre
del Señor, y en el poder de Su fuerza! Desafía al mundo sonriente y amenazante, con su
príncipe. Sigue las razones y la Palabra de Dios, no las modas y costumbres de los hombres.
Mantente puro. No importa lo que hacen otros; que tú y tu casa "adornen la doctrina de Dios
nuestro Salvador." Que tú, tu cónyuge, tus hijos, y tus siervos, estén todos del lado del Señor;
dulcemente jalando juntos el mismo yugo, caminando en todos Sus mandamientos y
ordenanzas, hasta que cada uno de ustedes "recibirá su propia recompensa, de acuerdo a su
propio labor".